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Entrevista:

"Estoy casi seguro de que UGT pedirá el voto para el PSOE"

Todavía está aterrizando. Ni siquiera hay papeles amontonados sobre su mesa. Pero, a la primera oportunidad, Luis Martínez Noval ha echado mano del casco de bombero para mostrar que tiene preferencia por apagar incendios. Pregunta. ¿Sigue siendo militante de la UGT? Respuesta. Sí, y con los pagos al día.P. ¿Y confía en que en las próximas elecciones generales la UGT vuelva a recomendar el voto para el PSOE o eso pertenece a un pasado irrecuperable?

R. Todo el mundo ha aceptado, y está consolidada, la autonomía entre el partido y el sindicato. Debe ser él quien decida si vuelve o no a recomendar el voto para el PSOE. Hombre, nosotros recibiríamos con muchísimo agrado ese apoyo electoral.

P. Pero ¿es un deseo o tiene puesta alguna esperanza?

R. Estoy casi seguro de que la UGT volverá, en las próximas elecciones legislativas, a pedir el voto para el PSOE.

P. El que José Borrell dijera en las primarias que el PSOE ha hecho una oposición "manifiestamente mejorable" ¿le coloca en la obligación de demostrar que su tarea mejora la de sus predecesores?

R. Decir que toda tarea política es manifiestamente mejorable es señalar una verdad. En un periodo de tránsito, en el que salíamos de 14 años de Gobierno y teníamos que adaptarnos a otra situación, sin duda muchos ciudadanos pensarían que no estábamos haciendo una oposición suficientemente vigorosa...

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P. ¿Y usted? ¿También pensaba que era manifiestamente mejorable?

R. Pues... sí, porque ya digo que estábamos en un tránsito. Hoy, las encuestas indican que aquel estado de opinión ha variado totalmente. Y la llegada de una nueva dirección al grupo parlamentario supone también un nuevo impulso.

P. ¿Qué le llevó de ser un guerrista a apoyar en las primarias la candidatura de Joaquín Almunia y a aceptar ahora un cargo de confianza junto a Borrell?

R. Nunca me sentí cómodo bajo las etiquetas. Lo que sí practico en la vida política es la lealtad con las personas. El paso del tiempo me ha ido mostrando que las cuestiones que nos han separado dentro del partido no eran tan sustantivas como para dar lugar a fracturas irreversibles.

P. En su jerarquía de lealtades, ¿qué lugar ocupan Felipe González y Alfonso Guerra, Borrell y Almunia?

R. Yo formé parte de un Gobierno de González, y ésa fue para mí una experiencia política decisiva. Yo fui leal con él, y sigo teniéndole mucho aprecio.

P. ¿Cree que es necesario que González siga interviniendo públicamente para que el PSOE no pierda ese electorado de centro que se identificaba con él y está por ver si se identifica tan bien con Borrell?

R. Siempre me ha parecido extraño que haya habido voces que quisieran limitar la libertad de expresión de González. Cuantas más voces tengan incidencia en la sociedad y a cuanta más base social lleguemos, mejor. A mí me preocuparía que perdiésemos ése electorado de centro. Es más, creo que debemos luchar ahora por reconquistar su confianza.

P. A usted le gusta definirse como un político que, ante los problemas, intenta limar diferencias más que acrecentarlas...

R. Sí. Soy más bien bombero.

P. ¿Y presiente que va a tener más trabajo en las relaciones con el Gobierno o en las relaciones entre el candidato socialista a la presidencia y el secretario general del PSOE?

R. Después de lo que escuché el pasado miércoles, creo que voy a poder dedicar todo mi trabajo a hacer oposición al Gobierno de la derecha. Creo que han quedado zanjados todos los problemas que hemos vivido en los últimos días.

P. ¿Le preocupa que el efecto Borrell, facilitado por una confrontación civilizada, pueda quedar en parte derrochado por la proliferación de enfrentamientos muy ásperos en torno a la elección de tantos candidatos a alcaldes y presidentes autonómicos?

R. Sin duda. Ahí corremos un riesgo. Pero creo que el partido tendrá suficiente sensatez como para no dilapidar el capital político que hemos acumulado en el proceso de elección del candidato a presidente del Gobierno. Más aún, confío en que los resultados del reciente barómetro del CIS van a ayudar a desechar toda actitud que pudiera poner en riesgo el aprecio que hemos logrado recuperar entre la población.

P. ¿Cuál debe ser la vía de ataque a una política económica que contribuye a crear empleo y consigue así más ingresos para financiar la Seguridad Social?

R. No es fácil hacer oposición en una materia que es la que mejor está gestionando el Gobierno, según la percepción que llega a los españoles. Sin embargo, lo que el Gobierno ha presentado como un éxito insuperable, atribuido a su exclusivo mérito, no se corresponde con la realidad. En el caso de la Seguridad Social sostenemos que hay un déficit oculto. Pero no somos nosotros quienes lo hemos descubierto, sino que ha sido el propio Gobierno, porque esa afirmación, y los datos que la soportan, procede de la Oficina Presupuestaria, que dirige José Barea y que depende directamente de José María Aznar. El Plan de Convergencia 1997-2000 no es creíble porque adelanta ingresos y retrasa gastos. Es un plan que no recoge toda una serie de gastos muy importantes y, por tanto, resta toda credibilidad a las cifras de déficit futuro que el Gobierno proclama que va a cumplir. Vamos a seguir esa vía de oposición, aunque es difícil y complicada.

P. ¿No temen adentrarse demasiado en una parcela de la economía y pasar de largo sobre actuaciones del Gobierno que, a todas luces, tienen poco que ver con su etiqueta centrista?

R. Vamos a tratar de combinar una cosa y otra. Es verdad que no podemos centrar toda nuestra tarea de oposición en las cuestiones presupuestarias. Pero, en el terreno de la política económica, sí vamos a insistir un poco más en una cuestión que a veces cuesta trabajo transmitir: quiénes son los beneficiarios de la actual bonanza económica. Son grupos sociales muy concretos y muy reducidos los que en mayor medida se están beneficiando del crecimiento y la prosperidad mientras que hay millones de españoles que no han mejorado una décima su capacidad adquisitiva en 1996 y 1997. Los funcionarios, por ejemplo, y no digamos los agricultores. El año pasado, los asalariados mejoraron su capacidad adquisitiva ¡en un punto! mientras personas con rentas procedentes de actividades profesionales y empresariales y con rentas del capital han las han aumentando ¡por encima de diez puntos! Ésa es la distinta distribución de la renta que ha producido el Gobierno del PP.

P. José María Aznar parece haber encontrado una respuesta a cuantos interrogantes le plantean ustedes sobre el déficit real de la Seguridad Social: es el monotema del PSOE, con el que, además, provoca alarma.

R. ¡Parece mentira! Los socialistas hemos sido arquitectos del sistema de la Seguridad Social tal y como hoy lo conocemos. Pierde el tiempo la derecha diciendo que pretendemos crear alarma. Ya el colmo de la insensatez es escuchar del responsable de la Seguridad Social que lo que estamos haciendo es campañas publicitarias en favor de las empresas de seguros. La sociedad española debería conocer los enormes regalos que le ha concedido el Gobierno a la patronal del seguro en el proyecto de ley del IRPF. ¡Eso sí que es trabajar para la patronal del seguro!

P. ¿Qué conclusión saca al observar que Aznar no contesta a las preguntas que le hacen?

R. Que no tiene elementos para quitarnos la razón.

P. En 1993, cuando era ministro de Trabajo, usted se declaraba convencido de que un Gobierno del PP sería incapaz de conseguir una reforma laboral consensuada. Sin embargo, ha logrado una reforma respaldada por sindicatos y empresarios. Un apoyo que a ustedes les negaron.

R. Es que el protagonismo de esa reforma no lo tuvo el Gobierno, sino los sindicatos y los empresarios. No fue un acuerdo tripartito. Felizmente, después de varios años en que fue imposible acercar posiciones entre la patronal y los sindicatos, esa posibilidad se hizo realidad.

P. ¿Qué van a hacer ante la petición del Gobierno para que haya moderación salarial?

R. No mezclar, como ha hecho el Gobierno de manera vergonzosa, el incremento de los salarios para 1999 con el aumento de la renta disponible a causa de la rebaja del IRPF. Mezclar las dos cosas tendría una consecuencia inmediata: que los únicos beneficiarios de la rebaja del IRPF serían los empresarios. Y eso sería intolerable.

P. A usted también le han recibido los diputados populares con ruido, con sordina. ¿Da por descontado que eso va a durar hasta que termine la legislatura?

R. Sí, aunque llegará un momento en que esa estrategia les resultará insostenible. Si quieren ser creíbles para los votantes centristas, tienen que dar mayores muestras de elemental respeto y tolerancia hacia la palabra y las ideas de los demás.

P. Al menos, el ruido le descompondrá menos a usted, que fue batería de un grupo de rock, que a Borrell, ¿no?

R. ¡Ja, ja...! Sin duda, ese ruido a mí no me descompone. Pero el problema no está en quiénes sufrimos la bulla, sino en quién la decide y en quién la orquesta. Con esa actitud en los escaños, lo que hacen es mostrarse como una derecha pura y dura.

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