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Minimizar

DE PASADADe un tiempo a esta parte casi todo el mundo minimiza varias veces al día. Minimizar no sólo es conjugar un verbo dúctil y cómodo como unas zapatillas de paño, sino una tarea frenética y obsesiva que sirve para conjurar los argumentos contrarios y los errores propios o ajenos. No hay un telediario donde algún conspicuo gobernante minimice algo, de más o menos gravedad, venga o no a cuento, ya sea para justificar un desafuero o por simple entrenamiento minimizador. Los alarmantes informes de los ecologistas sobre las consecuencias de los fluidos tóxicos procedentes de Aznalcóllar sobre el parque de Doñana han sido contrarrestados, sin ir más lejos, por este fácil y accesible procedimiento. "Fulano de tal ha minimizado los efectos de la catástrofe", dice el locutor de la televisión con la satisfacción de quien descubre la salida del laberinto. El maestro de los minimizadores es el multimillonario Bill Gates que inventó un sistema operativo para los ordenadores provisto de una pestaña que, al accionarla con el puntero del ratón, minimiza cualquier contenido de la pantalla. Dado que la vida se transmite por monitores y la virtud que más se predica de la realidad es su virtualidad ¿por qué no minimizarla cuando convenga? Antes los escándalos y las tropelías se justificaban, amortiguaban, se paliaban o disimulaban, tareas que requieren mucho más tiempo, dedicación y riesgo que la eficaz minimización. No obstante, Ángel P.G. ha sido el primero en minimizar el ser o a la consciencia del ser. Es decir, su mérito ha consistido en aplicar una herramienta práctica a la filosofía del yo. Ángel es un ladrón escalador que fue sorprendido en el interior de un piso de Granada por un vecino ocioso pero responsable que de inmediato apeló a la policía. Ángel, sabiéndose acosado, huyó por tejados, voladizos y alpendes hasta que encontró una ventana franca y se introdujo en otra vivienda. Buscó la butaca más cómoda de la habitación, se retrepó en ella, cerró los ojos e intentó dormir, esto es, se minimizó a sí mismo y a sus fechorías."Ya no me encuentran; estoy minimizado", debió pensar. Pero los policías, ayunos en informática, no respetaron las reglas del sistema operativo, se instrodujeron en la casa, despabilaron a Ángel y lo condujeron a comisaría minimizado por el terror, es decir, encogido de miedo o acojonado por el susto, como se decía antes.

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