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SOS Racismo advierte un aumento en la xenofobia cotidiana

Los inmigrantes sufren menos agresiones físicas de grupos organizados ultraderechistas que en años anteriores, pero cada día les cuesta más alquilar una vivienda, entrar sin dificultades en los bares o locales lúdicos, obtener un lugar de trabajo, convivir con los vecinos del barrio en el que residen o pasear por la calle sin padecer el acoso sistemático de los agentes policiales. En definitiva, son cada vez más víctimas del denominado racismo social, una forma de xenofobia más encubierta, más sutil e incluso más peligrosa que la violencia física, puesto que la practica cotidianamente la gran mayoría de ciudadanos que, paradójicamente, se autodefine como antirracista. Ésta es la principal conclusión del informe anual de SOS Racismo correspondiente a 1997, que la organización presentará públicamente el próximo mes de junio. Esta ONG entiende que esta forma de racismo pone de manifiesto que "está calando entre la ciudadanía la discriminación real que padecen los inmigrantes, que la ven como algo normal". La Administración, apunta el informe, es en gran medida responsable de esta desigualdad de derechos que padecen los inmigrantes, puesto que somete a estos colectivos a una "discriminación legal, negándoles por ley derechos que tienen el resto de ciudadanos". "Es muy difícil que la gente perciba como iguales a personas que no gozan de los mismos derechos y que son presentadas como un problema de orden público", señaló ayer una responsable de SOS Racismo en Cataluña. El Gobierno del PP ha favorecido todavía más la discriminación de los inmigrantes, según señala el informe de SOS Racismo, puesto que ha reforzado el control policial sobre este colectivo y ha endurecido la aplicación de la Ley de Extranjería. PASA A LA PÁGINA 7

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SOS Racismo lamenta que aún haya temor a denunciar actitudes racistas

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