Canciones didácticas
Píldora X Crivi (voz y guitarra), Manolo Shao-Lin (guitarra), Motxo (bajo), Mr. Packett (órgano) y Eugeni (batería). Sala Quatre. Valencia, 23 de marzo de 1998.El público tardó demasiado en calentar motores y fue, ya en la recta final del concierto, cuando se decidió a tomar por asalto la pista de baile tras recibir, con sumo placer, una revitalizadora inyección de funk inflamado y robusto capaz de reanimar a cualquiera. La receta energética incluía su peculiar lectura (con el órgano Hammond dibujando filigranas sobre una base rítmica imponente) del Operación Dragón del compositor argentino Lalo Schifrin y tres piezas rescatadas del primer álbum del quinteto: Feel the heat, el Indian rope man popularizado por Brian Auger y Julie Driscoll y una reconstituyente dosis de rhythm and blues, I"m a man, firmada por Steve Winwood. Es decir, un sonido fuertemente influido por la música negra -a excepción, claro, del primer tema citado- y del que, precisamente, la banda de Dénia había decidido distanciarse deliberadamente en su segundo elepé, Mil años luz, para profundizar en terrenos abonados por el rock de los setenta y la psicodelia de hace tres décadas. No hay más que echar un vistazo a sus nuevas versiones escogidas, que también se escucharon en directo, para darse cuenta: el clásico Lucifer Sam de Syd Barrett y Only dreaming de los británicos The Action. También, aunque la banda afirme huir del revivalismo militante, sus propias composiciones destilan un olorcillo añejo, que no rancio, que evoca la época dorada de formaciones como Big Brother and the Holding Company, Spirit o Soft Machine. O, según una lectura más actual, el revisionismo nostálgico de Kula Shaker u Ocean Colour Scene. Piezas como Susana, Vision Quest o Una imagen no deberían pasar inadvertidas ante esos aficionados que, aunque tarde, se preocupan por explorar las raíces de la música pop de nuestros días. Y es que le existencia de grupos como Píldora X cumple una función, cuanto menos, didáctica que no conviene menospreciar.
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