A ritmo de taladros y barrenderos
A orillas del encuentro del río Tajo y el océano Atlántico cerca de 7.000 personas trabajaban ayer a ritmo de galeón en guerra. Trataban de cogerle ventaja a las horas para que zarpara a tiempo el último gran acontecimiento cultural y científico del siglo: la exposición mundial Lisboa 98. Un viaje emprendido ayer a las 17.30 horas, con la inauguración protocolaria, que navegará por los mares y sus descubrimientos y donde saldrán a flote las leyendas y mitos marinos.«Parece mentira» y «quién lo iba a creer» son dos de las frases lisboetas más escuchadas estos días y que suelen estar rematadas por un suspiro de alivio, sobre todo en boca de funcionarios de la Expo. Un proyecto en el que además de los portugueses han desplegado velas 147 países. Ambos, Portugal y el resto del mundo, se dedicaron entre el miércoles y ayer a dar los últimos retoques de sus exhibiciones precedidas de varias toneladas de basura.
Así, entre los maratones de unos y los trotes de otros, las 62 hectáreas donde se levanta la Expo estuvieron, hasta poco antes de la inauguración, invadidas por los ruidos de la prisa y las maldiciones para tener todo a punto. El miércoles por la tarde la Expo fue una orquesta de sordos con los sonidos destemplados de las sierras, la voz de chicharra de las pistolas de fundición, los ruidos epilépticos de los taladros y los martillazos que provocaron más de un intempestivo taco entre sus usuarios. «Llevamos unos días de locos y casi sin descansar», cuenta Ilidio Tabarez, un caboverdiano de 25 años, de profesión pedrero, en cuyas manos ha estado parte de las paredes y calzadas.
Centenares de pequeños montones de arena fueron arrinconados a lo largo y ancho de la exposición por un ejército de barrenderos procedentes sobre todo de Angola, Mozambique y Cabo Verde.
Se ruega silencio
La noche ahuyentó el ruido para dar paso a los ensayos de los sonidos marinos que van a ambientar la exposición y el rumor de las mangueras que creaban los riachuelos, fuentes y lagos artificiales que refrescarán los 132 días de la Expo. Al fondo, el ensayo de las pantallas de la inauguración en el pabellón de Portugal.Toda la noche se sacó basura porque la orden para ayer era de máximo silencio. En esas se vieron los pabellones de Estados Unidos y sus cortinas blancas cayendo del techo; Grecia afinando su publicidad en Atenas 2004; y el pabellón de Italia, que parecía el más retrasado, enmudecido pero oloroso a pintura y madera.
Mientras tanto, por los amplios corredores todos se apresuraban porque a las 12 pasaría revista el ministro de Finanzas, Duröao Baricoso. Todo estaba a punto. Lo que quedó, quedó.
Babelia
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