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Incendios

El consejero de Medio Ambiente, José Luis Blanco, quiere tranquilizarnos y nos acaba de preparar una infusión de incendio forestal veraniego. Nos la ha preparado con unos meses de antelación, todo un detallazo, quizás con la intención de que no nos quememos mucho y vayamos haciendo estómago. Un estómago que, a este ritmo de ingestiones de marrones ecológicos, nos obligará a asomarnos a la borda del barquito andaluz para arrojar guadiamares pesados y ardentías forestales. El martes, durante la explicación del Plan Infoca, reconoció que este año hay más riesgo de fuegos en los bosques que otros veranos, toda vez que el Gobierno central ha incumplido sus compromisos de librar fondos para la limpieza de la superficie de nuestros montes. Pobres montes, tan solos y vulnerables, tan verdes y desvalidos, y la política preocupada por que los rocieros eviten el Quema. Para quema la que acaba de anunciar el consejero para este verano. Ya no sólo van a llorar los pinos del Coto, sino que un infernal presagio de fuego y cenizas se puede hacer realidad en los bosques de Málaga, Granada, Cádiz y Jaén. Corremos el riesgo, según el consejero, de parecernos en la desgracia a México, a Brasil, a Brunei, en definitiva, a países tan concienciados con sus bosques que dan la impresión de que los apagan a golpe de pólvora y alcohol. A buenas horas José Luis Blanco se nos viste de bombero para apagar el incendio de la política. Desde hace meses claman la mayoría de los alcaldes afectados por este riesgo porque no les llegaban los fondos para los montes. Han pasado meses y meses, los alcaldes clamando, y aquí nadie ha dicho esta boca es mía hasta que el otro día la abrió el consejero para descubrir su impotencia y poner en evidencia su credibilidad. La culpa, pues, a Madrid. Como si a estas alturas del curso, tras la guerra de competencias esgrimidas por Madrid y Sevilla con la marea del Guadiamar, creamos en semejante enredo administrativo. Blanco imita a Tocino en sus atropellados argumentos y cae en su misma contradicción. Mientras que Madrid y Sevilla se fajan para fijar sus competencias, el Guadiamar seguía su curso y nuestros bosques no se limpiaban. Al final el marrón se nos vendrá encima y a Blanco lo pondrán verde porque de un bosque sólo quedará chamusquina y un cierto olor a desesperanza.J. FÉLIX MACHUCA

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