_
_
_
_

Discreto balance final del Concurso de Arte Flamenco de Córdoba

El XV Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba ya es historia. La gala final de entrega de premios que se celebró la noche del sábado vino a ser como la reválida, con luz y taquígrafos, que permitiera al público contrastar lo sentenciado por el jurado con su propia percepción en vivo de los méritos de cada candidato galardonado. El jerezano Fernando Terremoto fue quien se llevó el gato al agua con mayor autoridad, pues no en vano ganó tres premios (siguirilla, bulerías, malagueña). Aunque esta noche estuviera disminuido de facultades por problemas físicos, y lo reflejara en su rendimiento, conocemos su capacidad cantaora y el constante progreso de su carrera en los últimos años. Otro cantaor que ganó por partida doble (livianas y serrana y fandangos cordobeses) fue Julián Estrada, de Puente Genil, en posesión de una poderosa y limpia voz aunque un tanto bronco en la forma de emplearla. El buen hacer y la profesionalidad de Cancanilla de Marbella justificó su premio por tientos y cantiñas. Baile En el apartado del baile vimos personalidades interesantes y otras no tanto. El cordobés Rafael del Pino Moreno Keko tiene nervio de bailaor al viejo estilo, con arranques espectaculares y una brillante adecuación de todo el cuerpo a un baile tan dinámico como el que hizo por alegrías. Lo contrario ocurre con el ecijano Fernando Romero, quien en sus dos premios se mostró más bailarín que bailaor, el que mayor bagaje técnico posee, pero en exceso mecánico, frío. También dos premios obtuvo la gaditana Rosario Toledo Orihuela, por tarantos y por guajiras; en ambos estilos le vimos preparación y buenas formas, aunque no llegara a cuajar nada memorable. En el toque de guitarra el cartagenero Carlos Piñana Conesa demostró de nuevo su seriedad como concertista, justificando la obtención del premio Ramón Montoya, mientras Alberto Lucena obtuvo el de acompañamiento a cante y baile, en ambas de cuyas facetas exhibió cualidades de sobriedad y, quizá, una cierta escasez de recursos expresivos. El público que llenaba una noche más el Gran Teatro cordobés salió moderadamente complacido y comentando las incidencias de lo visto y oído. No hubo lugar, lógicamente, a los entusiasmos de días anteriores en algunas de las galas programadas. Se había puesto fin a una edición más del importantísimo concurso de Córdoba, que una vez más también ha puesto de manifiesto el mal común a todos los eventos de esta naturaleza: el nivel medio de los concursantes es sólo discreto, no surgen nuevos valores de entidad sobresaliente y a este paso muchos nos tememos que el arte jondo se está empobreciendo de manera preocupante.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_