Los que nunca ganaron
Generaciones de jugadores madridistas recuerdan cómo se sintieron al no lograr su sueño continental.
Varias generaciones de jugadores han hecho la larga travesía del desierto sin ganar con el Real Madrid la Copa de Europa. Nombres ilustres se han ido del fútbol activo sin conseguir una gloria anual y difícil para cualquier club, imposible para una mayoría, pero que mucho tiempo pareció fácil para el conjunto blanco. Los tiempos deslumbrantes de las primeras cinco Copas, e incluso la constatación de que jugadores más humanos podían ganarla también sólo unos años después, han convertido casi en sentimiento puro de frustración el no conseguirla nunca más. Para algunos así ha sido; para otros, no tanto o nada, y para todos, lógicamente, la sensación de que siempre se pudo conseguir más. La realidad es que desde 1966, cuando el equipo de los ye-yés ganó el último título, han pasado 32 años y sólo ahora sus sucesores pueden aspirar a romper la racha en Amsterdam."Siempre me pregunto qué habría ocurrido si hubiese ganado la Copa de Europa. Yo creo que habría cambiado deportivamente toda mi vida". Agustín, portero en la final de 1981, en el Parque de los Príncipes de París frente al Liverpool, es muy gráfico al recordar el principal momento de la larga travesía en que el Madrid pudo hacer un alto triunfal en el camino.
El hombre que encajó el gol decisivo de Kennedy se refiere ese partido como el resumen lamentable de lo que nunca ganó: "Lo único que pienso es que de pasar a ser lo máximo te quedas en el anonimato. A mí me dejó una frustración tremenda. Hay quien dice que no le importa haber perdido. A mí, sí. Es como el cielo y el infierno. Lo que queda al final es quién gana y quién deja de ganar". Agustín está convencido de que también la historia del Madrid pudo cambiar aquella noche: "La gente hubiera ganado en calidad, como el club. Y, lógicamente, hubiera aumentado la cantidad de títulos. Pudimos haber dado un salto cualitativo y conseguir carácter tanto deportivo como mental. Porque siendo lo que éramos, con un equipo en bache económico, sin apenas fichajes deslumbrantes -apenas Cunningham o Lozano- en cinco temporadas jugamos cinco finales. Pero las perdimos. La derrota no nos dio la confianza del que ha ganado, del que sabe que puede aspirar a lo máximo". El que fue guardameta madridista titular desde muy joven, y nunca del todo valorado, recuerda lo que le dijeron durante la cena tras el partido. Fue algo que nunca se cumpliría: "¡Anda, que no te quedan finales! Pero yo no iba a tener ninguna más y me quedé sin el título más importante para un jugador de club. El tren pasa sólo una vez por tu puerta. En cambio, si lo coges, puede pasar más veces. Mira el Milan o lo misma Juve cómo lo han cogido".
Vicente del Bosque, siempre más frío, lo mismo que dejaba traslucir en el campo, tiene unas sensaciones menos frustrantes: "Después de 11 años como jugador te queda un sabor amargo por no haber ganado la Copa de Europa, pero lo que más me ha quedado, sobre todo, es un sentimiento de que bastante mérito tuvo aquella plantilla llegando adonde llegó. Sin desmerecer a nadie, porque yo mismo estaba entre ellos, no era excepcional, tenía bastantes jugadores humildes, de la cantera. Fue una transición después de los ye-yés que ganaron la última Copa. El club invirtió menos dinero en jugadores en aquel momento".
El gran centrocampista blanco, un jugador observatorio que sustituyó a Velázquez en la memoria colectiva madridista como uno de los grandes directores de juego y pasadores del fútbol español, también tiene otro consuelo: "Además, no hay que olvidar que en Europa hay grandes equipos, alemanes, italianos, ingleses y, a pesar de eso, el Madrid ha llegado también varias veces a semifinales. Siempre se ha estado ahí. Por ejemplo, el año del PSV Eindhoven fue cuando se estuvo más cerca".
Un antes y un después
Michel, el último cerebro, lo sabe perfectamente. Uno de los más emblemáticos componentes de la Quinta de El Buitre, la última generación que falló en el envite de la Copa de Europa, tiene muy claro lo que más le ha marcado por no ganarla: la semifinal de 1988 con el PSV, en la que el Madrid, tras jugar mal en el Bernabéu, donde sólo empató, 1-1, fue incapaz de pasar del 0-0 en Holanda. El valor doble del gol conseguido por Linskens en la ida fue decisivo. "Para nosotros, sobre todo, hay un antes y un después del Eindhoven", dice Michel. "Ahí te das cuenta de lo complicado que es ganar la Copa de Europa. Lo he intentado seis veces y no ha podido ser. Pero especialmente aquel año estuvimos muy cerca". Y es aún más elocuente: "Lo hicimos todo bien, pero no estuvimos en el sitio oportuno en el momento oportuno. Y además nos tocó en aquella época un equipo como el Milan. Pero eso es el deporte y hay que aceptarlo".Los antiguos dicen que en los últimos años ha habido equipos más compensados y, pese a ello, se acercaron menos al triunfo en la Copa. También parece haber menos sentimiento de frustración. Rafael Martín Vázquez, recién llegado de su primera temporada en México, adonde no sabe aún si volverá, es un buen ejemplo: "De frustración, nada en absoluto", dice.
"Todo lo contrario. Creo que uno tiene que valorar lo que ha hecho en cada equipo que ha estado y no sólo por haber conseguido títulos nacionales o internacionales, sino por haber pertenecido a uno como el Madrid. Siempre te queda un poco de que en esos años se podía haber conseguido algo más, pero eso siempre pasa. Respecto a la Copa de Europa, viendo que había muchas posibilidades y que por mala suerte o por otros aspectos no se consiguió, pues te queda algo de... pero, insisto, personalmente en absoluto me siento frustrado.
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