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Bajo el plástico, Shakespeare

Tereixa Constenla

Las toneladas de hortalizas operan en El Ejido (Almería) igual que unos gramitos de tópico, al uniformizar la realidad y relegar algunas características sobresalientes. Bajo la estupenda renta per cápita están los clásicos. Y detrás de la febril competitividad económica se agazapan mentes que sueñan con Shakespeare y Darío Fo. Junto a los ejidenses que han alimentado los estereotipos de pueblo rico y hortera -generosamente difundidos, con o sin fundamento- coexisten otros que han cultivado con ahínco la afición por el teatro, con un brillante resultado. La farándula vive su peculiar efecto invernadero, patente en una hiperactividad artística que parece condenada a reproducir en el escenario la fertilidad de los cultivos bajo plástico, aunque no goza de la megafonía pública que los socorridos tópicos. Que una localidad de unos 50.000 habitantes disponga de seis grupos aficionados de teatro de carácter estable no puede interpretarse como un hecho aislado. Más bien es un hecho diferencial. Y que la cantera propia alimente una muestra de teatro aficionado, que en su actual edición -la novena- movilice a 140 actores locales, no es fruto de la improvisación política. Responde a una estrategia iniciada hace 25 años, que ha fijado la afición escénica al territorio con una solidez similar a la de las cooperativas agrícolas. Responsables Alguna responsabilidad sobre ello corresponde a Concha Sanfrancisco Muñoz, que imparte clases de teatro desde hace tres lustros en el instituto de Santo Domingo, el mismo centro donde se inició en los secretos de la farándula como estudiante casi recién llegada de Valencia. Concha es el eslabón que une la generación que colocó los cimientos y la que está alumbrando la actual eclosión escénica. "Los directores de los grupos aficionados que hay ahora fueron alumnos míos, aunque parece una pedantería decirlo, pero no hay nadie imprescindible", indica. No alimenta más ambición que estar dónde está, con los grupos de aficionados, formando alumnos en la expresión corporal y en el amor por las tablas, aunque se queja del escaso apoyo de la Administración educativa: "Cuentan con el voluntarismo del personal". Hay un nombre, el de Juan Llerena Pachón, que está en boca de los devotos al teatro. Desde el primer instituto de la comarca, el profesor de Lengua y Literatura, junto a otros entregados a la escena, edificó hace 25 años los pilares que sustentan hoy un sólido festival de altura y la devoción popular por el arte escénico. El testigo de Llerena pasó a manos de algunos de sus alumnos, artífices del clima actual desde distintos ámbitos. Sanfrancisco, desde sus clases de teatro; Gabriel Martín Cuenca, como jefe del área de Cultura de El Ejido, donde se cocinan medidas de apoyo, o Elías Palmero, director de la primera producción propia presentada el año pasado en el marco del certamen. El arraigo entre una población de aluvión, sumergida en pleno proceso de creación de señas de identidad colectivas, ha logrado salvaguardar al teatro de las veleidades políticas que podrían amenazar su continuidad. El teatro en El Ejido está ya por encima de siglas. Los políticos locales parecen haber descubierto que invertir en la escena también resulta rentable. El Partido Popular, nada sospechoso de dilapidar presupuestos públicos en iniciativas culturales, ha abrazado las actuaciones en materia escénica con un entusiasmo elogiable y alejado de la ñoñería de sus correligionarios en la capital. Escuelas Con independencia de los fondos destinados propiamente al Festival de Teatro -16 millones este año-, se han montado escuelas municipales de teatro, campañas periódicas en el ámbito escolar y talleres monográficos, que constituyen un foco creador de vocaciones. "Se está creando un interesante caldo de cultivo", aduce Mónica López Bernard. El caso de esta licenciada en Empresariales de 27 años es un espejo perfecto para ilustrar la ebullición artística del municipio: escribe, actúa y dirige sin poder, a ciencia cierta, identificar aquello que la complace más. Mónica López es una de las fundadoras del grupo más antiguo de El Ejido, D"aquí y D"allá, que el martes estrenó su quinto montaje, Pasado presente. Mónica tiene cuatro libretos estrenados y tres obras dirigidas, a pesar de que en el colegio le negaban papeles estelares porque no le apreciaban dotes para la escena. Sus profesores padecían cierta cortedad de miras, al igual que aquellos que bajo los plásticos de El Ejido no adivinan nada.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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