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Un populista desata el fervor de Filipinas en vísperas de las elecciones

La elección del noveno presidente de Filipinas, que tendrá lugar el próximo lunes, tendrá un carácter singular. Desde la revolución popular de 1986, que desembocó en el derrocamiento del dictador Ferdinand Marcos, los filipinos no habían vivido momentos de tanta emoción. Desde el comienzo de la campaña presidencial, cada candidato, incluido el serio presidente saliente, Fidel Ramos, se ha lanzado a un increíble espectáculo en el que lo mismo cantan que bailan en cada ciudad del archipiélago. Todo sobre un fondo de fuegos artificiales, de bailes populares o incluso de grandes reuniones religiosas.

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Una sólida tradición de fraude

Como gran favorito de todos los sondeos, con el 33% de intención de voto según un instituto independiente, el candidato populista Joseph Estrada, vicepresidente de Fidel Ramos (aunque en la oposición), ha suscitado un inmenso fervor popular. Este antiguo actor de 61 años, conocido en el país por sus papeles de duro (con el mote de colega), ha capeado durante toda su campaña con los efectos de la crisis y se ha presentado a sí mismo como un «candidato de masas».Estrada, un autodidacto que abandonó los estudios cuando era muy joven, se ha convertido en el portavoz de los pobres (un tercio de los 70 millones de habitantes de Filipinas vive por debajo del nivel de la pobreza). Pero toda una reputación cargada de adjetivos le precede. Mujeriego con problemas con el alcohol -«cosas del pasado», según él mismo dice-, hasta amigo de numerosos truhanes.

Su programa electoral propone un desarrollo prioritario de la agricultura y luchar contra la corrupción. Sin embargo, sus detractores no dejan de afirmar que desconoce por completo los temas económicos y que puede poner en peligro los seis años de reformas económicas que lanzó Fidel Ramos. Acusaciones todas ellas que se ha esforzado en desmentir.

Tecnócrata

Con tan sólo un 15% de intención de voto, José de Venecia se coloca detrás de Estrada. Antiguo portavoz del Parlamento, y sin embargo beneficiado con el apoyo de Fidel Ramos, este hombre de 62 años es muy popular entre los filipinos y en el partido hoy en el poder, el Lakas, que cuenta con una enorme maquinaria electoral. Calificado por algunos de tecnócrata, no obstante ha sabido crear coaliciones, y concretamente estableció un instrumento de movilización clave para el voto de las reformas durante los seis años de poder de Ramos. Su programa consiste en continuar con la liberalización y las privatizaciones del presidente saliente. Además de equipar a cada filipino con un ordenador.Bastante más lejos de los dos anteriores candidatos y sin ninguna posibilidad de ser elegido, están los otros ocho aspirantes, entre los que se encuentra el senador Paul Rocco, del Partido Demócrata. De 56 años, abogado y formado en Estados Unidos, Rocco ha orientado su campaña hacia la gente joven y urbana. Emilio Osmena es, a sus 59 años, el fundador de la nueva Cebu, una provincia industrial muy dinámica. Pero ambos candidatos no arañan tan siquiera más que un 11% de la intención de voto. Imelda Marcos, la viuda del ex dictador Ferdinand Marcos, se retiró el pasado 29 de abril de la liza electoral. Así pues, la batalla se presenta reñida, con 26% de los votantes aún indecisos.

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