"Pretender ser original me parece un propósito un tanto ridículo"
El artista Manu Muniategiandikoetxea (Bergara, 1966) inaugura hoy en la Galería DV de San Sebastián (San Martín, 5) la exposición Berbetan (Una conversación), en la que reúne lienzos de gran formato, puertas industriales pintadas y numerosos dibujos. La muestra viene precedida del inusitado éxito que ha obtenido en la galería Lolita de Madrid, donde ha vendido prácticamente todas las pinturas que colgó. Pregunta. ¿Se ha convertido en un artista cotizado? Respuesta. ¿Cotizado por caro? No. Hombre, con los premios y las becas empiezan conocer tu nombre, pero bueno... P. ¿Cómo cuelga tanta obra en la galería DV si vendió tanto en Madrid? R. Porque produzco muchas pinturas y no pude exponerlas todas en Madrid. Soy bastante disciplinado y meto muchas horas. Me gusta hacer muchas pinturas para luego poder seleccionar las que más me convencen. Ahora muestro una selección formada por seis puertas, incluyendo un tríptico de tres puertas industriales, numerosos dibujos y cuadros de pequeño formato. P. ¿Qué definición le daría su estilo? R. Lo que ahora me interesa no tiene límites ni en la abstración ni en la figuración. Empleo los dos modelos, pero me baso sobre todo en fotografías, obras de otros artistas, como Newman, Kipemberger y los contructivistas rusos, entre otros. Recurro, por ejemplo, a un paisaje en forma de abanico en el que caben fotos, catálogos que luego voy manipulando con unos resultados que a veces se asemejan al modelo y en otros no. P. ¿Son obras reconocibles para el espectador? R. Pueden serlo. Tampoco es la cuestión que más me interesa. Intento que mis obras no sean complicadas P. ¿Qué objetivo persigue con una producción pictórica tan abierta a motivos e influencias?, ¿Sus lienzos esconden un mensaje? R. No. Existe un tipo de arte conceptual que sí comporta un mensaje o discurso concreto, pero mi objetivo primordial es pintar bien y de forma coherente con el momento que vivimos. Pinto mucho y en todas direcciones. P. ¿Se puede ser vanguardista al final del siglo XX? R. Pretender ser original me parece un propósito un tanto ridículo. Lo más interesante es que sea bueno lo que haces, no la búsqueda en sí de un estilo diferente o raro, aunque estoy abierto al cambio y a la evolución P. ¿Cómo define su obra? R. Soy bastante rápido en la factura y tiendo a que mis cuadros sean bastante monócromos, utilizando en muchas casos un máximo de dos colores. Diría que soy bastante estructural, muy frío, poco orgánico. P. ¿En qué sentido? R. Los motivos que utilizo suelen ser estructuras muy simples. Por contra, en los dibujos pienso más, estoy más suelto, lo mismo recreo al Pajaro Loco que hago un retrato. P. Es un usted como una esponja, muy ecléctico. R. Sí, intento abrirme y por eso no soy un pintor de grandes saltos o cambios en mi trayectoria, aunque no niego que me gustaría hacerlo. Sin embargo, parece que todo lo que hago tiene una cierta factura personal, no deliberada, sino que sale por sí misma, según me comentan algunos críticos. P. ¿Encuentra alguna similitud entre su obra y la de Jesús Mari Lazkano, también de Bergara? R. Jesús Mari es un realista mágico, metafísico, que viene del paisaje. Tenemos el mismo origen porque yo también procedo del paisaje y, pese a que pinté cerca suyo, tengo poca influencia suya. Me influyeron más en su momento otros pintores, como Bingen de Pedro o Kutxu Otamendi, que me aportaron mucho, sobre todo en la forma y en los colores. P. En todo caso, ¿tienen algo en común los artistas que en su día alguien encuadró pomposamente en la Escuela de Bergara? R. Quizás somos pintores que partimos de unos principios pictóricos en los que prevalece tal vez el goce de pintar más allá de las cuestiones sobre los materiales o la sensibilidad. P. ¿Busca alguna reacción en quien va a observar uno de sus lienzos? R. No busco nada, yo pinto. P. ¿El arte por el arte, deshumanizado? R. No, al contrario, la pintura va saliendo a medida que trabajo sobre ella. Mis pinturas no tienen un mensaje literal y definido, sino sugerente, están abiertas a la interpretación que cada cual haga libremente. P. ¿Hace una suerte de escritura automática sobre la superficie del lienzo? R. Hasta cierto punto, pues parto de unas ideas y con una dirección. Es una pintura muy vital, que sale de las tripas. No voy a comparar mi trabajo con el de Bernardo Atxaga, pero creo que él también es muy automático, aunque en sus libros subyacen unas estructuras muy curradas.
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