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Los "ultras" se citaron en Cercedilla para fundar una nueva organización juvenil

Jan Martínez Ahrens

La reunión del ultraderechista Movimiento Católico Español el pasado fin de semana en un albergue regional de Cercedilla no fue un simple entretenimiento. En esa residencia de la Comunidad, especialmente pensada para excursiones juveniles, los 17 ultras se congregaron para celebrar la I Asamblea Nacional de Acción Juvenil Española (AJE), una rama del citado movimiento que se define sin pudor como antidemocrática y franquista, y que propugna acabar con el actual sistema de partidos. La asamblea fundacional, que coincidió en el albergue con una estancia de niños tutelados (sobre los que hicieron comentarios despectivos), originó todo tipo de incidentes: desde las groserías dirigidas a una empleada -"palabras galantes", según los ultras- hasta un desfile uniformado y con banderas preconstitucionales por la plaza del pueblo que acabó con insultos al alcalde por pedirles su retirada.La asamblea, que había sido planificada y anunciada en medios extremistas con meses de antelación, reunió a los delegados nacionales de AJE, en su mayoría menores de edad. De hecho, este movimiento antidemocrático se jacta en sus escritos de su labor de proselitismo entre jóvenes, de los que dice haber reclutado unos 350 en Madrid (3.000 en España, repartidos en 87 sedes sociales), en su mayoría entre 15 y 18 años.

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La estrategia de la captación

En este sentido, la asamblea fundacional de Acción Juvenil Española fue planificada por el jefe nacional del ultraderechista Movimiento Católico Español, José Luis Corral, presente en Cercedilla, como una forma de ampliar aún más la cifra de sus acólitos. "Tenemos mucho éxito entre la juventud", dice Corral.

Su movimiento, cuyas raíces se hunden en 1981 y que en marzo de 1995 se presentó junto con el ultraderechista Ricardo Sainz de Ynestrillas a las elecciones (ahora han roto vínculos), anunció la asamblea en su órgano de expresión, un panfleto mensual llamado Cuadernos Patrióticos, donde dio detallada cuenta de la situación del albergue (incluida foto) y planteó una ponencia base. En este documento se establecían, además del pago de la cuota mensual (500 pesetas), estrategias, tácticas, principios doctrinales y la organización del grupúsculo ("AJE no cree en formas de organización democráticas"). Aprovechando la ocasión, se impartió a los chavales, según reconoce Corral, un curso de autodefensa, en el que se les enseñó el manejo de esposas (los testigos refieren que llevaban bates y porras) con el fin de crear un "servicio de seguridad para manifestaciones".

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El líder "ultra" alienta a los menores a dejar a sus padres si se enfrentan a su "vocación"

VIENE DE LA PÁGINA 1 Este tipo de enseñanza de "seguridad" no es extraña en esta organización. De hecho, Corral, de 44 años, imparte a los reclutados un curso básico de formación. Éste, según figura en la documentación del grupo extremista, incluye desde nociones como "seguridad", "autodefensa", "captación" y "enemigos" hasta otras como "peligros de la juventud actual: música rock, materialismo, vicios pequeños, sexo descontrolado".

Parte del éxito que se atribuye este grupúsculo fascista se debe al sigilo con que actúa y al distanciamiento que pide a sus acólitos respecto a sus tutores. Así, en sus contactos internos utilizan un teléfono móvil "para salvaguardar la intimidad y seguridad frente a policías, periodistas, curiosos o enemigos".

En esta tarea de adoctrinamiento también emplean fanzines, donde se advierte a los chavales sobre la persecución que sufren y sobre sus padres: "Los mismos padres en ocasiones reaccionan despótica e irracionalmente prohibiendo cualquier clase de contacto, como recibir llamadas, boletines o el quincenal. Por esos motivos resulta difícil mover a los chavales y hacerlos participar en los actos. La actuación es en muchos casos de auténtica clandestinidad y catacumbas, pero esa sofocante persecución va forjando a los muchachos en su vocación", afirma un texto de Corral, en el que, acto seguido, se cita como patrono de sus "muchachos valientes e idealistas" a San Hermenegildo, "el príncipe rebelde que luchó contra su padre con las armas en defensa de su fe hasta perder la vida".

La organización extremista, que enseña a los jóvenes a convertirse en "hombres nuevos", a orar y reunirse en nombre de Cristo, tampoco desprecia el caladero de los fanáticos del fútbol. En los Ultras Sur, de hecho, esta nueva camada negra tiene una sección propia llamada Coraje, a la que en sus escritos anima a afiliarse.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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