Espátula
JAIME ESQUEMBRE Los tiempos que corren fuerzan cambios a todos los niveles, y la política no podía ser menos. Lo del otoño caliente, por ejemplo, hace tiempo que pasó a la historia, y ahora, excepto algunos días del mes de agosto y las fiestas navideñas, cualquier época es buena para tirar a degüello contra el enemigo, que nunca se sabe cuándo nos convocarán elecciones. Antes, la mínima denuncia invitaba al adversario a poner en marcha el ventilador, expresión que en política significa devolver la pelota con una denuncia mayor si cabe en un desesperado intento de limpiar su mancha con la mierda ajena. Ahora los políticos se muestran muy poco recatados en este aspecto. Han cambiado el ventilador por la espátula. Las acusaciones, denuncias, confabulaciones y hasta los insultos se suceden a paletazo limpio, sin miramientos, y con las espuertas siempre llenas para hacer frente a eventualidades. El ejemplo más reciente lo tenemos en Alicante, donde el PP y el PSPV se han enfrascado en una guerra de intercambio de corruptelas reales o ficticias que lleva camino de convertir la escena política en una representación teatral con tintes de sainete valenciano. Son pocos los que optan por la defensa explicativa para aclarar imputaciones. La consigna es tan vieja como poco efectiva: tú más que yo. Al final, el ciudadano se queda con la sensación de que unos y otros le toman el pelo o, más grave, que la cosa pública está plagada de pequeños roldanes esperanzados en superar esta fase de sus vidas sin pasar por el juzgado. Pero conviene aclarar que esto no es así. Un somero repaso a la hemeroteca nos demuestra que quienes participan de ese juego siempre son los mismos, por ambos bandos, a los que desafortunadamente sus partidos agradecen los servicios prestados manteniéndolos en el cargo una y otra vez. Son los fontaneros metidos con los nuevos tiempos en tareas de albañilería. Y es que, dado que las obras públicas no llegan, al menos en Alicante, algún uso habrá que darle a la espátula.
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