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FÚTBOL SEGUNDA DIVISIÓN

Medio siglo suspirando

El Alavés asciende en una campaña pensada para la transición, después de 42 años ausente de Primera

, El Ave Fénix de Mendizorroza arranca de nuevo el vuelo. El Alavés, por fin, navegará la temporada próxima por lo más alto. Pero tendrá que desentumecer sus alas, atadas durante 42 años. El club de Vitoria, conocido como El Glorioso por quienes lo siguieron en los años treinta, ha pasado más de la mitad de su vida aferrándose a los recuerdos, sin éxitos sonados que llevarse a la boca. Ayer, actualizó su historia. Por fin la ha dejado de escribir en tiempo pretérito.

Han transcurrido 15.283 días desde aquel 29 de junio de 1956 en que el Alavés se despidió de Primera, con una derrota en Mendizorroza y el Zaragoza como huésped. La mayoría de los aficionados actuales ni siquiera habían nacido. 41 años, diez meses y cuatro días condenados a la nostalgia.

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El Alavés es un club imprevisible y de contrastes. Casi se desplomó el año pasado, en que se propuso ascender, y ha subido a Primera en una temporada pensada para la transición deportiva. Tampoco se entienden ciertas casualidades en cuanto al número de socios. En este ejercicio plagado de acontecimientos coperos y de Liga hay mil abonados menos que en el anterior, cuando se evitó el descenso en la penúltima jornada. La euforia en las gradas ha estado latente y agazapada hasta el último día.

En el fondo, le sobran ejemplos. El Alavés terminará la década jugando en el Camp Nou y el Bernabéu, pero la empezó en territorios comanches. Mentar aún nombres de campos como el de Ametza hace recorrer un escalofrío en el cuerpo de muchos de los seguidores albiazules. Sucedió en los albores de los noventa, en su último paso por Tercera. ¿Primera División? Parecía una utopía en 1990.

Hubo situaciones tan mortificantes o más, como el descenso a Regional en 1970 por un ajuste de categorías o la degradación a Tercera por impagos.

En realidad, el club se ha supeditado a las modas de algunos directivos y técnicos. Cuando ha superado la indefinición, ha recuperado crédito. El último ejemplo de cordura deportiva es José Manuel Esnal, Mané. El entrenador apostó por un estilo: jugadores jóvenes y desconocidos más una pizca de veteranía. Triunfó con equipos de Primera en la Copa. Eliminó a cuatro, incluido al Real Madrid finalista de la Liga de Campeones, hasta plantarse en semifinales. También ha mandado en el cementerio de elefantes de Segunda -Sevilla, Rayo, Hércules...-, sin dar bandazos y con una regularidad pasmosa. 42 años sufriendo resueltos con una facilidad insultante.

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