_
_
_
_
Tribuna:LA FERIA DEL NEÓFITO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Corbatas y gorgueras

El cielo lució ayer como mandan los cánones. Límpido y azul. Era un día ideal para ir a la Feria de Abril. Además, la invitación de una empresa de telefonía móvil proporcionaba a su poseedor un cierto empaque en el alma. Una invitación es un pedazo de papel con la virtud de levantar el ánimo más alicaído. "Has llegado a algo, muchacho. Todos aquellos que decían: "Usted nunca llegará a nada" se han equivocado. Eres alguien, chaval", parece afirmar la invitación. Un simple pedazo de papel propicia que un hombre pueda entrar en el ámbito de los elegidos. A las dos de la tarde, reza el papel, "ofreceremos una copa a los medios de comunicación de Sevilla". Con todo, la invitación de la empresa lanza una advertencia: "Esta tarjeta deberá portarse en un lugar visible durante la permanencia de su titular en la caseta". ¿Habrá que llevarla en la boca? ¿Se deberá prender a la solapa con un imperdible? ¿Habrá que agitarla en la mano como un salvoconducto ante el camarero si, por casualidad, osamos engullir un canapé? ¡No, hombre! Lo único que pasa es que el gusto hispano por las frases barrocas y el lenguaje pomposo y envarado ha jugado una mala pasada al que escribió la invitación. Por supuesto, que no hay que llevarla en "un lugar visible", reflexiona el candidato a entrar en el mundo de los elegidos. El invitado avanza, pues, tranquilo hacia su destino. La caseta de la empresa de telefonía móvil es más bien pequeña. Un fornido vigilante jurado guarda la entrada. El candidato a la gloria muestra su invitación y hace un amago de adelantar la pierna derecha para formar parte de los elegidos. Pero el vigilante tuerce el gesto, le impide el paso y le dice con voz metálica: "Es imprescindible el uso de corbata". El invitado sabe desde su más tierna infancia que hay que respetar los uniformes. Y aunque los vigilantes jurados no cobran del Estado, no dejan de llevar uniforme. Si alguien con galones te indica que tú no pasas, pues no pasas. No importa que en la invitación no se diga nada sobre el uso obligatorio de corbatas, monóculos, gorgueras y otros adornos de los que dan lustre al cuerpo. Un uniformado te ha dicho que no entres. Y, por tanto, le obedeces y no entras. El invitado se da la vuelta y camina en dirección a la portada. "No soy nadie", rumia con un picor en la nariz. "La próxima vez llevaré corbata", se dice.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_