Medio Ambiente ordena la paralización de las obras del puerto deportivo de Guardamar
La Consejería de Medio Ambiente ha ordenado la paralización inmediata de la construcción del puerto deportivo de Guardamar, promovido por el Ayuntamiento, porque las obras "van directamente en contra de la adecuada conservación del ecosistema dunar". La resolución advierte que las excavaciones y el vertido de arenas que está efectuando Entrecanales y Cubiertas-Necso, actividades que no han sido autorizadas, están "produciendo un evidente peligro para la supervivencia de la vegetación existente", que también "ha sido dañada al ser anegada y salinizada".
El proyecto de dotar a Guardamar de unas instalaciones portuarias para acoger embarcaciones deportivas se originó en el anterior mandato, cuando el PSPV gobernaba el municipio. El ex alcalde, Manuel Aldeguer, estimó que una infraestructura de este tipo relanzaría la oferta turística del pueblo, e ideó un puerto con dos partes bien diferenciadas: una recayente al mar, y otra sobre la desembocadura del antiguo cauce del río Segura. Varios meses de trámites dieron forma a un puerto deportivo con 1.000 amarres, en cuya construcción se invertirían 700 millones de pesetas, a los que se sumaban otros 800 millones, que también saldrían de las arcas locales, para mejorar las instalaciones del puerto pesquero anexo. La propuesta consistía en construir, con fondos públicos, el que sería el segundo puerto deportivo municipal de España, después del de Benalmádena, aunque con un matiz diferenciador: el consistorio andaluz se desprendió de la gestión a través de una concesión administrativa, mientras el puerto de Guardamar estaría siempre en manos de una sociedad anónima. El PSPV abandonó la alcaldía tras las elecciones municipales de 1995 cuando sólo restaba el deslinde de Costas para finalizar el proyecto, que posteriormente asumió el nuevo equipo de gobierno, del PP, que adjudicó las obras a la UTE integrada por las firmas Entrecanales y Cubiertas-Necso. Pronto el PP planteó modificaciones al proyecto inicial, y de un plumazo eliminó los amarres proyectados sobre el cauce del río, lo que limitó la capacidad del puerto deportivo a 390 plazas. Las obras comenzaron en el verano de 1997, con un periodo de ejecución de 14 meses, lo que indica que están a punto de concluir. Las constructoras han vertido los materiales extraídos del agua directamente sobre la duna litoral, afectando esos depósitos a unos 300 metros de esta formación arenosa que acoge especies vegetales autóctonas y protegidas. Barros y limos han perjudicado el ecosistema de la zona
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