Villalobos asume el coste político de reclamar que la Aduana sea museo
La oposición lo impuso y Celia Villalobos, a su pesar, dispuso. La alcaldesa popular de Málaga se mostró ayer dispuesta a asumir los costes políticos y personales que le traigan el seguir manteniendo ante el Gobierno central la exigencia de que el edificio de la Aduana de Málaga -hoy Subdelegación del Ejecutivo de José María Aznar- sea, en el futuro, un museo. No dejó muy claro qué museo sería exactamente. Todo ocurrió en un pleno municipal más testimonial que otra cosa.
Fue un pleno tenso, dialéctico y más formal que ilustrado, donde unos y otros se dedicaron a criticar los cambios de opinión del adversario durante una batalla donde el Ayuntamiento de Málaga siempre ha sido invitado de segunda categoría. Al final la oposición logró, en unos casos por unanimidad y en otros por mayoría simple, que el consistorio aprobara todos los puntos de sus mociones con respecto a la Aduana y el Museo de Bellas Artes: cese de actividades administrativas, uso museístico como Museo de Bellas Artes y Arqueológico; reprobación del informe de la comisión mixta interministerial que en febrero descartó la Aduana y apostó por el Convento de la Trinidad como sede del Bellas Artes y defensa del uso cultural de este espacio, pero no como Museo de Bellas Artes. "Seguir peleando" Teniendo en cuenta el carácter político y testimonial del pleno, Celia Villalobos aseguró al final que seguiría "peleando con el Gobierno central por el uso museístico de la Aduana sin importarme el coste político y personal". No dijo la alcaldesa qué museo sería, aunque el concejal de Cultura, Antonio Garrido, apuntó los tiros hacia el Arqueológico. La presencia de miembros de la plataforma ciudadana -que defiende que la Aduana acoja el Bellas Artes- y de la asociación de Vecinos Trinidad-Centro -que apuesta por el convento de la Trinidad- creo focos de tensión durante el pleno del Ayuntamiento de Málaga. Antonio Romero, Eduardo Martín Toval y Auxi Almagro, portavoces de IU, partido socialista y Grupo Mixto, respectivamente, recalcaron el peligro de alentar enfrentamientos entre sectores ciudadanos a vueltas con la ubicación del museo que condujeran a "actitudes fascistas, violentas y antidemocráticas". Romero explicó luego que se refería a las tensiones que se produjeron el pasado lunes en la reunión de la Junta de Portavoces en el Distrito de Miraflores, cuando una consejera del PSOE, Francisca Romero, y la concejal de Izquierda Unida, Montse Martín, fueron empujadas por un consejero del PP provocándole hematomas a la primera . Durante todo el pleno de ayer, partidarios de la Aduana o de la Trinidad como sede del Museo de Bellas Artes se levantaron de sus asientos portando pancartas en las que defendían sus preferencias. Tal vez por ello, la oposición incluyó ayer en el texto aprobado una instancia al Gobierno central para que se rehabilite la Trinidad para usos culturales. El pleno puso de relieve que las dos posturas existentes están de acuerdo en el uso cultural de ambos edificios y que las divergencias se centran en qué se ubica en cada lugar. Dos bandos Si PSOE, Izquierda Unida y Grupo Mixto, amparados por la plataforma ciudadana que integra a más de 50 colectivos civiles, defiende que sean los museos de Bellas Artes y el Arqueológico los que se ubiquen en el palacio de la Aduana, el PP y la asociación de Vecinos de Trinidad-Centro proclaman que el Bellas Artes se quede en la Trinidad, proyecto ya oficial del Ministerio de Cultura. La lucha dialéctica del pleno municipal se centró, así, en cuestiones formales, en batallas dialécticas de nivel discutible y en pocos argumentos de fondo. Sólo la oposición esgrimió que la ubicación del Bellas Artes en el convento de la Trinidad resta valor al museo al alejarlo del circuito central. El Partido Popular, de la mano del concejal de Cultura, Antonio Garrido, cree en cambio que su ubicación en la trinidad dinamizaría el barrio.
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