Borrell: "Estoy seguro de que hemos empezado un camino que acaba en La Moncloa"
"Hay veces en que uno siente el ganar porque el perdedor es un amigo". Fueron las primeras palabras de José Borrell cuando a las 12.20 de esta madrugada subió a la tarima del salón de reuniones del comité federal del PSOE convertido ya en candidato a la residencia del Gobierno por decisión de la mayoría de los militantes socialistas. Borrell hizo todo lo posible por escenificar que los sufragios a favor suyo no son votos contra nadie. Y luego envió un mensaje político muy claro: Almunia debe continuar como secretario general, el mejor tributo a la obra de Felipe González será continuarla, cuanto antes, desde el Gobierno, y los socialistas han empezado "un camino que acaba en La Moncloa".
Poco más de 24 horas antes, Borrell había confesado en el Palacio de Congresos de Sevilla, ante unas 1.200 personas, que esa tarde se la jugaba como los toreros en las grandes tardes en el coso sevillano. Y los resultados electorales le respondieron ayer con una sorprendente e impresionante victoria, incluso en la misma Sevilla. La víspera de las votaciones, el ex ministro de Obras Públicas confiaba en obtener un fuerte respaldo de la militancia, que podría traducirse en un 40% de los votos, y acariciaba como un sueno muy difícil de alcanzar el vencer al secretario general del PSOE, explícitamente respaldado por Felipe González. Ayer por la tarde, consciente de los resultados parciales que le eran puntualmente favorables, esperó pacientemente en la propia sede federal del PSOE a recibir de manos de sus compañeros un escrutinio definitivo. Pero ante la tardanza en recibir los datos de Andalucía, se presentó en el despacho del secretario de Organización, Cipriá Ciscar, para reclamarlos. Poco después, Borrell tomó la iniciativa de acudir al despacho de Joaquín Almunia para abordar juntos el espectacular resultado de las primarias.
Cuando descendió, en los primeros minutos de la madrugada, al sótano donde se encuentra la sala del comité federal -la misma en la que a finales de marzo anunció su presentación a estas elecciones- Borrell quiso que sus primeros gestos públicos fueran de afecto hacia Almunia, al que atrajo a la tarima para saludar juntos; así como hacia Ramón Rubial, presidente del PSOE; Cipriá Ciscar, secretario de Organización, y Alfredo Pérez Rubalcaba como responsable de medios de comunicación. Después, con gesto severo agradeció a todo el partido el esfuerzo por haber llevado a cabo el debate de las primarias con enorme respeto hacia las personas y aseguró que los socialistas salen de este proceso "más unidos, más fuertes y más amigos".
Tras indicar que intentará por todos los medios estar a la altura de la responsabilidad que ha recaído sobre él, agradeció y resaltó que Almunia ha abierto una puerta por la que ha entrado una nueva forma de hacer política. Un camino que la sociedad, a su juicio, ha visto con enorme simpatía y que además ha colocado al PSOE en un itinerario "que acaba en La Moncloa".
Borrell constató que con la campaña electoral de las primarías el PSOE "ha recogido mucho viento en las velas, mucha ilusión y mucho entusiasmo". Unas energías que, en sus mítines, él había considerado imprescindibles para concitar tanto respaldo electoral como el que el PSOE consiguió en 1982.
Ahora el reto, explicó, consiste en devolver esas energías hacia la sociedad en forma de políticas progresistas. "El mayor tributo al ayer es continuarlo mañana. Es continuar la obra de Felipe González".
Después, en respuesta a los anuncios hechos por Joaquín Almunia acerca de que dimitiría si perdía estas elecciones, rogó a todos los militantes socialistas que continúen trabajando en los mismos puestos que ocupan ahora, porque los votos a favor de su candidatura para la presidencia del Gobierno no son "votos contra nadie". Quienes le escuchaban irrumpieron en aplausos. Y por si hubiera sido poco explícito, se dirigió a Joaquín Almunia por su nombre para decirle que confía en que ambos puedan seguir trabajando juntos y colaborando como ya lo han hecho en el pasado. Los militantes socialistas respondieron con aclamaciones de "¡presidente, presidente!".
Como punto final, pidió tranquilidad e invitó al sosiego y al reposo, para descansar del esfuerzo de la campaña electoral y retomar inmediatamente después impulso para ganar las próximas elecciones. "No hay nada más contagioso que el entusiasmo". Y debió ser así, porque después le corearon el cumpleaños feliz.
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