No, gracias
Fui súbdito, he sido ciudadano, y en la última batalla he quedado relegado a la condición de consumidor; no me importa, empero, ya que gracias a ello he llegado a comprender que ningún acto de consumo es neutro. Por ello, y parafraseando al narigudo personaje de Rostand, me pregunto: ¿Apoyar la destrucción de empleo y aumentar la lista de tres millones de desempleados, deteniendo mi coche en una gasolinera que funciona en régimen de autoservicio? No, gracias. ¿Adquirir productos elaborados en comunidades que están siendo escandalosamente beneficiadas por la política autonómica aplicada, ayudando a hundir un poquito más a aquellas otras regiones que están siendo claramante desfa- vorecidas? No, gracias. ¿...? No, gracias...- . .
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