Guerra a dos voces
Los parlamentos de los embajadores moro y cristiano son el detonante de la batalla de hoy en Alcoy
Alcoy concluye hoy su viaje en el tiempo. La metamorfosis que hace dos días inició esta ciudad industrial para transformarse en villa medieval estalla hoy con una batalla. Los festers aguardan la señal de sus capitanes, que representan al caudillo al Azrag y al Rey Jaume I, para quemar unos 4.500 kilos de pólvora en el Alardo. Pero antes han de aguardar a que los embajadores acaben su parlamento, que será el detonante de la contienda. Esta guerra a dos voces cede el papel protagonista a los embajadores moro y cristiano que, respectivamente, encarnan Salomón Sanjuán y Francisco Marín. "Es el día auténtico de la fiesta, que comprime el sentir religioso, la batalla y el parlamento. Las entradas son de lujo y espectáculo, pero las Embajadas y el Alardo son lo que mejor representa la batalla". Así lo resume Marín, que lleva declamando el asalto al castillo desde 1974. Desde buena mañana, el Contrabando y las Guerrillas empezarán a impregnar la ciudad de pólvora. A las 9.45 el capitán cristiano, Luis Moltó, y Alfonso Torres, alférez del mismo bando, se posicionarán en las almenas del castillo de madera que preside la plaza de España en Alcoy. Un jinete moro, conocido como Estafeta, llevará a la fortaleza un pergamino en el que invocará la rendición. Ante la negativa cristiana emprenderá retorno al galope por la calle de San Nicolás. Será el momento de las palabras. Salomón Sanjuán, desde lo alto del castillo, y Francisco Marín, a pie de fortaleza, se enzarzarán en una batalla dialéctica. Ésta responde a un texto anónimo falsamente atribuido al poeta eldense Juan Rico Amat, corregidor y jefe político de Alcoy entre 1948 y 1850. El texto de la embajada que hoy se declama tiene ya 160 años. "Fue entonces cuando este acto empezó a formalizarse", recuerda Sanjuán, hijo también de embajador y que ostenta el cargo desde hace 13 años. A diferencia de otros cargos de la fiesta, éste se decide por concurso o designación directa por el cumplimiento de unas cualidades como son buena voz y óptima dicción. En el caso de Marín, sus dotes para el canto y la zarzuela fueron su pasaporte al cargo. Sanjuán fue designado por su currículum de actor y doblador. En su vida profesional ha sido la voz de los actores Laurence Olivier, John Wayne, Eduard G. Robinson y de los más actuales John Goodman en la serie Roseanne y Srreder, el malo de la serie de dibujos animados Tortugas Ninja. Recitar los cerca de 200 versos de las embajadas ha sido para ambos el mejor papel de su vida. Recuerdan especialmente la vez que protagonizaron la Embajada en las Torres de Serrano de Valencia con motivo del 750 aniversario de la entrada de Jaume I. Fue la primera y única vez que este acto salió de Alcoy y coincidió con su 150 cumpleaños. A lo largo de su larga historia, las embajadas han sufrido cambios. Hace unas décadas el poeta alcoyano Joan Valls arregló la métrica y rimas del texto escrito en décimas y octavas reales y lo tradujo al valenciano. La declamación en esta lengua no llegó a prosperar, explica Sanjuán, a pesar del empeño de los consellers d"honor de la Asociación de San Jorge. Marín no esconde su predilección por declamarla en castellano por ser ésta la lengua "en que fue escrita y la que mejor tonalidad le da". La única parte que puede escucharse en valenciano es la plegaria del embajador cristiano. Tras las palabras, las armas blancas y la pólvora acabarán de decidir la victoria mora al mediodía. A primera hora de la tarde, una nueva embajada dará paso a otra batalla que concluirá en las almenas del castillo con la aparición de Sant Jordiet, que devolverá las llaves de la ciudad a los cristianos.
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