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PRIMARIAS SOCIALISTAS

El aparato del PSOE, da por seguro el triunfo de Almunia, pero reconoce el ascenso de Borrell

Anabel Díez

La sensación de ascenso de José Borrell a ser candidato a la presidencia del Gobierno crece imparable según reconocen miembros e la ejecutiva del PSOE, proclives a la victoria del secretario general, Joaquín Almunia. Las esperanzas del aparato federal están puestas en Andalucía y Castilla-La Mancha y su máxima preocupación en Cataluña y Madrid, donde la victoria de Borrell parece segura. Los seguidores de éste denuncian presiones en favor de Almunia, mientras que los del líder socialista aseguran que a fuerza de ser neutrales han quedado "neutralizados" y citan como ejemplo Cataluña.

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Nadie quiere aparecer un día antes de las elecciones con voz altisonante, y los reproches quedarán para el día después. Tanto los partidarios de uno como de otro reconocen, sin embargo, que sería injusto hablar de acciones descaradas o manipuladoras, pero sí sutiles formas de presión, todas con un límite tajante cual es que los militantes mañana viernes votarán libremente y en secreto lo que quieran. Del entorno de Borrell se asegura que sus partidarios en distintas provincias les narran cada día los discursos que a favor de Almunia se hacen en las ejecutivas provinciales y en reuniones de partido. Estos interlocutores afirman que miembros de la ejecutiva federal y portavoces parlamentarios se han encontrado con la reprobación de algún militante, cuando sus palabras han sido descalificadoras hacia Borrell. Ahora no quieren decir nombres ni lugares pero lo harán saber a la ejecutiva federal cuando todo pase. Desde el aparato de Ferraz se niega cualquier presión y, por el contrario, también van recopilando incorrecciones formales que atribuyen a las distintas plataformas de apoyo a Borrell. Las versiones si vienen de Cataluña apuntan a Almunia como víctima de escaso apoyo del aparato, a favor mayoritariamente de Borrell, y desde el resto de España se dice lo contrario, si bien en los últimos días las quejas del equipo del ex ministro de Obras Públicas son menores.

Lo cierto es que nadie se atrevía ayer a dar un porcentaje, ni siquiera aproximado, de lo que ocurrirá mañana. El 70% que se atribuía a Almunia al comienzo de la campaña y, por tanto, el 30% a Borrell nadie lo repetía ayer. La gran esperanza de los partidarios de Almunia está en Andalucía y en Castilla-La Mancha, donde se prevé un triunfo espectacular para él. Tanto el andaluz Manuel Chaves como el castellano-manchego José Bono, están poniendo toda la carne en el asador a favor de Almunia muy a las claras. Los dos presidentes autonómicos se trasladarán hoy a Madrid para participar desde la tribuna de oradores en el acto final de la campaña de Almunia. Las esperanzas del aparato están en que el ex secretario general, Felipe González, pueda adelantar su vuelta a España desde Colonia y llegue a tiempo para subirse al estrado y pedir a viva voz el voto para Almunia. "Un poco de ayuda de Felipe no nos viene nada mal", decía ayer un dirigente madrileño a sabiendas de que en esta federación las cosas no le van a resultar nada fácil a su secretario general, a pesar de la actividad pública a favor de Almunia, que está desplegando su secretario general, Jaime Lissavetzky y la presidenta, Cristina Alberdi. De este ámbito madrileño ha salido la expresión de que el aparato ha quedado "neutralizado" a fuerza de querer ser neutral.

Nada de presión

Dirigentes de Castilla y León negaban a este periódico que estén ejerciendo presión sobre los militantes. Otra cosa es que públicamente o en sus actos internos den su opinión a favor de Almunia. Desde el terreno de Borrell, a medida que han ido viendo el entusiasmo que provoca donde quiera que va, su preocupación también crece. El clima que ha ido percibiendo es de tal euforia que sus expectativas modestas del comienzo de campaña resultan ahora del todo insuficientes. "Aspiramos a la victoria y, si no, a perder por poco", señalaban en el entorno de Borrell.

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El temor de los partidarios del ex ministro de Obras Públicas está en que todo quede en un espejismo y que, al final, la militancia se incline por la "estabilidad" y no rompa el esquema que pareció configurarse en el Congreso del pasado mes de junio, en el que Joaquín Almunia pasó a ser el sustituto de Felipe González.

Ésta es precisamente la esperanza del aparato, que quiere creer que muchas de las personas que abarrotan los locales donde acude Borrell no son militantes, es decir, con derecho a voto, sino simpatizantes.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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