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Tribuna
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Soledad

Manuel Vicent

Una tarde desolada de domingo, en el hotel de una capital de provincia, un hombre de mediana edad bebe a solas en la barra del snack bar mientras un pianista ratonero toca La vie en rose. En las butacas del vestíbulo unas señoras enjoyadas de la burguesía local están de tertulia alrededor de un café con leche y alguna bollería. Uno sólo debería morirse después de haber conocido a los pianistas de todos los hoteles. Este hombre, que es un ejecutivo muy viajado, ya ha pasado demasiadas tardes como ésta en ciudades desconocidas, fines de semana con las calles vacías, tumbado en la cama llena de periódicos, pinchando obsesivamente el mando del televisor, poseído por ese tedio que te obliga a entretenerte leyendo incluso las cartulinas con instrucciones, servicios y directorios que los hoteles dejan en la mesilla de noche. Después de tomar güisqui en el snack bar, cuando ya en la calle ha empezado a oscurecer, el hombre ha subido de nuevo a la habitación. La ventana da a un callejón sin salida donde hay varios antros con luces rojas. En la madrugada oyó en el pasillo las risas de unas parejas que tal vez volvían de una fiesta y a estas risas siguieron algunos portazos y después de un silencio, al otro lado del tabique, comenzaron a gemir unos amantes. Los tacones de una mujer sonaron en la acera del callejón. Luego pasó el camión de la basura. También hubo algunos gritos en la puerta de los locales de alterne, pero a lo largo de todo el domingo ya no se produjo ningún sonido más. Al finalizar la tarde las señoras de la tertulia se han ido y el pianista sigue tocando para nadie. Ahora el hombre tumbado en la cama lee la sección de contactos del periódico local. "Preciosa, sensual, cariñosa. Completo 8.000. Hotel. Llámame". El hombre recuerda a aquella mujer que lo abandonó hace muchos años. Preciosa, sensual, cariñosa: así era ella también. Aún está llorando su ausencia pero bastaría con que marcara ese número de teléfono para que la chica volviera a sus brazos sólo por una hora.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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