La Real cae en las redes del Piojo

La Real Sociedad cayó en las redes del Piojo López, que sacudió con un regate excelente la tibia defensa realista. El Valencia jugó a lo de siempre: el contragolpe y le bastó para superar por velocidad y por el estado de gracia del extremo argentino a una Real que fue deshilachándose a medida que transcurría el partido. En realidad, el conjunto de Krauss realizó un partido decepcionante, de más a menos, sustentada tan sólo en un buen primer tiempo de de Pedro, que se fundió en el segundo y con él, el resto de sus compañeros. El Valencia pasó mucho frío en defensa en el primer tiempo, donde apareció muy desarropado tras la ausencia del habitual epicentro defensivo, Zubizarreta, y las bajas de casi todos sus centrales. Las deficiencias locales las descubrió pronto De Pedro, que se cargó la Real a la chepa y lanzó un sinfín de bellas y precisas diagonales que Cvitanovic, por el extremo derecho, se encargó unas veces de aprovechar y otras de dilapidar. El croata, en cualquier caso, dio muestras notables de talento y efectividad: participó en casi todas las jugadas peligrosas de su equipo. La Real, sin embargo, tenía un punto débil: Juan Gómez, que hizo todo lo posible para ser expulsado (sumaba una falta tras otra) hasta que, finalmente, lo consiguió. Enhorabena. Puesto que el Valencia o tenía interés alguno en la poesión del balón, De Pedro hizo u agosto y lanzó a sus compañeros con su bota de seda. Raieri confiaba más que nunca en u contragolpe y a fe que tenía un nuen elemento para aplicarlo: Claudio Piojo López, que estuvo espléndido.

Las quiso todas, se marchó casi siempre y exhibió una amplia gama de regates que desquiciaron a la defensa realista. El Piojo regresó del Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, donde su selección perdió el martes ante Israel, sin nada de qué lamentarse. Con la maquinaria muy bien engrasada. Menos participativo estuvo Ilie, que se ausentó más a menudo de o que conviene a su equipo. El vacío lo cubrió Angulo, que entró con fuerza por el costado derecho. El Valencia se lanzó con valentía hacia la victoria. No le quedaba más remedio. Y obtuvo premio. Pero cuando se disponía a apuntillar la reunión Soria, inopinadamente, atropelló a Craioveanu y proporcionó incertidumbre al partido. Restaban seis minutos y la Real quiso despertar de su letargo.