_
_
_
_
_

Paisley lanza la campaña del 'no' contra el acuerdo de paz para Irlanda del Norte

El proyecto de paz en el Ulster se vio ayer súbitamente enfrentado a la rebelión de los obsoletos bombines de la Gran Orden de Orange. No fue una sorpresa, pero añadió una nueva dimensión a las inciertas expectativas que se han presentado en el mapa político de Irlanda. Esto coincidió con otra hemorragia de vitriolo desde el púlpito del reverendo lan Paisley. El resumen de lo que dijo Paisley en el incendiario lenguaje que le caracteriza es simple: en el crucial referéndum del 22 de mayo, la fecha más importante en la historia contemporánea de Irlanda, hay que votar no.

La poderosa hermandad protestante que conserva trofeos de victorias sobre los católicos hace siglos, hizo su primer pronunciamiento cinco días después de la aprobación del proyecto de paz. Los sucesores de Guillermo de Orange, en su moderna versión de bombines negros y collares de condecoraciones, desfilando desafiantes al ritmo de flautas y tambores, han hecho saber lo que piensan en términos de su supervivencia en el nuevo panorama: No les gusta para nada.["Un sí es un voto negativo para desmantelar la unión. Un no es un voto positivo para salvaguardar la unión", maniféstó Paisley, líder del Partido Unionista Democrático en una conferencia de prensa, informa Reuters. En opinión de este diputado de 72 años, el acuerdo debilitará la unión. "No es otra cosa que decepción y mentiras".]

En este clima que recorre la isla de cinco millones de habitantes divididos por el colonialismo británico, de lo que se trata es de quién tiene una respuesta apropiada para las siguientes preguntas: ¿quién quiere festejar triunfos políticos? y ¿quién quiere una verdadera reconciliación isleña?

Los orangistas están dando señales conflictivas. El lunes, sus admiradores se abstuvieron de provocar a la comunidad católica nacionalista. Se retiraron tras una resistencia simbólica: una carta a la policía advirtiendo que se habían enterado de una maquinación política para impedirles su tránsito por el puente de Ormond Road. Ormond Road Bridge sigue siendo símbolo de primera línea en el más reciente episodio urbano del conflicto de Belfast. A juzgar por la pública actitud civilizada de los orangistas, los protestantes de la corbata no van a empuñar el revólver ni ponerse a hacer cócteles molótov. Sobre todo porque no sabrían dónde está el gatillo, o dónde hay que poner el mechero.

El optimismo irlandés por el proyecto se ha ido desvaneciendo en una escala gramatical. Del "qué maravilla" se ha pasado al "vamos a ver qué ocurre" con el forzoso tránsito por el magnético territorio del "uno nunca sabe". Las impresiones exactas del momento en que los católicos y los irlandeses se apuntaron al proyecto de paz no podrían ser más exactas que las palabras que el primer ministro, Tony Blair, dijo nada más llegar a España: "Espero que esto funcione y que mejore la vida en toda Irlanda".

Para que mejoren las cosas en la isla es indispensable un gesto comparable al estrechón de manos entre Yasir Arafat e Isaac Rabin, el cordial encuentro entre De Klerk y Mandela, para mencionar sólo los gestos que han cambiado la geopolítica del planeta. Blair y su colega irlandés, Bertie Ahern, han detenido la política de la enemistad como forma de asesinato.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Tony Blair, pidió ayer a los habitantes del norte de Irlanda que no escuchen a aquellos que dicen no por principio, porque no tienen nada que ofrecer a cambio, informa José Miguel Larraya. En su última jornada de vacaciones en España, Blair ofreció una breve conferencia de prensa en la Embaja británíca en Madrid en la que valoró positivamente el papel del presidente norteamericano, Bill Clinton, en las negociaciones que desembocaron en el acuerdo de paz pero no quiso precisar si visitará el Ulster antes del referéndum. Sobre la próxima libertad de los miltantes del IRA encarcelados señaló que la única condición será "su sincero abandono de la violencia".

Ante la insistencia de algunos medios de comunicación españoles para que se pronunciara sobre una eventual aplicación de los acuerdos de paz del Ulster a la situación en el País Vasco, Blair, con su mejor sonrisa, reiteró que era "simplista extrapolar" los acuerdos. El primer ministro británico se mostró satisfecho por lo logrado pero indicó que no es posible hacer una lectura generalizada y simplista de los problemas de otros países. Con un estilo sencillo y directo que evita solemnizar lo obvio recordó a la prensa española que "este país debe encontrar su propio camino para resolver sus propios problemas".

Preguntado si había abordado el tema de Gibraltar en sus conversaciones con José María Aznar, señaló que "por supuesto" que lo comentaron, y que lo más importante era que "ambos comprendemos las posiciones del otro".

Blair, a quien acompañan su mujer, sus hijos y su suegra, utilizó su última hora de estancia en España para hacer una visita a Madrid. El líder británico pasó sus vacaciones de Pascua en Córdoba con su amigo el guitarrista Paco Peña, que vive habitualmente en Londres.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_