La Real avanza firme
La solidez del equipo de Krauss pone de manifiesto las carencias del Compostela
La Real se acerca a la Liga de Campeones con el estilo frío que Bernd Krauss ha conseguido imprimir a un equipo que cada vez recuerda más a uno de esos tanques que circulan por la Bundesliga. Nadie destaca especialmente en un conjunto sin figuras y que no da espectáculo, pero en el que todos cumplen con su trabajo. El oficio y la paciencia le bastaron para despachar a un rival que reúne todos los defectos de los que escapa la Real.El Compostela afronta su momento más delicado en Primera con varios jugadores fuera de onda, un banquillo interino y un presidente cada vez más vociferante. Ni siquiera la pésima actuación de Japón Sevilla explica el desastre de un equipo que acabó con nueve jugadores sobre el campo y con la sensación de que su tiempo entre los grandes se está agotando. El difícil calendario de las últimas jornadas no invita al optimismo en Santiago.
La Real se sintió muy cómoda con la actitud timorata del Compostela y poco a poco, sin alardes, consiguió que el partido se jugase al ritmo que le convenía. Con el ánimo del rival convenientemente enfriado, el equipo de Krauss comenzó tranquilamente su labor de demolición. Una jugada a balón parado en la que la zaga del Compostela volvió a mostrar su fragilidad por alto permitió a Pikabea abrir el marcador.
El gol no cambió la táctica de la Real, aunque sí obligó al Compostela a estirarse. Alberto no notó el cambio y siguió viviendo el partido como un espectador más. Sion no encontró espacios para lucir su velocidad en la banda izquierda y Penev pareció cansado ante la tarea de luchar en solitario contra un muro defensivo, como toda la temporada.
La dinámica del partido condujo a un fallo en la entrega de Passi, que permitió a Cvitanovic lucir sus cualidades en el uno contra uno y marcar el segundo gol. La importancia de la brecha en el marcador y la escasez de recursos del Compostela hacían que el partido pareciese prácticamente sentenciado.
Pero el fútbol siempre deja margen para la sorpresa y mediada la segunda parte la locura general se apoderó del partido, y la Real vio peligrar su victoria. La actuación tragicómica de Japón Sevilla desquició y encorajinó a los jugadores del Compostela, que consiguió reducir distancias a pesar de estar ya en inferioridad numérica por expulsión de Hernández, tras mediar en una tangana entre Fabiano y Kovacevic.
La Real se contagió del caos general y sufrió -con el fallo de un penalti incluido por parte de Craioveanu- para asegurar definitivamente su triunfo con un postrero gol de Aldeondo, cuando el Compostela jugaba ya con sólo nueve hombres y estaba superado por las circunstancias. Viedma había sido la última víctima de la crónica de sucesos en la que Japón Sevilla convirtió el partido en su tramo final.
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