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Tribuna:FÚTBOL
Tribuna
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La sanción y la oportunidad del cambio

Santiago Segurola

La potente sanción de la UEFA al Real Madrid provocó el estupor de su clase directiva, que tardó cuatro horas en reaccionar. La primera decisión fue de silencio, una actitud inexplicable en un momento delicado para la entidad. El comunicado oficial de protesta, emitido cerca de las 21 horas, se hacía obligatorio ante la desairada posición en la que ha quedado el club. Pero fue necesario un debate en las más altas instancias de la directiva para comprender que el silencio era desastroso para la imagen de la actitud. Durante un buen rato, el Madrid no existió como tal en un día dramático para su prestigio: ahora mismo es el club que más multas ha recibido en la historia de las competiciones europeas.En el debate por la conveniencia de una nota oficial se aprecia el estado del Real Madrid, sometido a una tendencia natural hacia el victimismo y la parálisis, y los intentos de ciertos sectores por acabar con el inmovilismo que ha convertido al Madrid en un mastodonte ineficaz. En esta ocasión se impuso la sensatez y se redactó un breve comunicado, cuya virtud más valiosa fue informar de la actividad en el club frente a una sanción discutible.

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La tentación autista del Madrid, puesta de manifiesto en la primeros momentos, supone una traslación de las numerosas carencias que le afectan en los últimos años. El club se ha convertido en un dinosaurio amenazado por una tremenda crisis económica y por una organización casposa e ineficaz en muchas áreas.

Hay una sensación real de parasitismo e ineficacia alrededor de un club que ha perdido la onda de los tiempos. A veces resulta conveniente situarse frente al espejo, admitir las carencias y comprometerse en un cambio radical. Esta sanción de la UEFA, por discutible que sea, le ofrece al Madrid la posibilidad de quitarse las telarañas con el beneplácito de su gente, muy insatisfecha con el papelón que ha hecho el club. La sociedad se enfrenta a un momento crítico: la eficacia exige cambios, actividad e imaginación, tres condiciones absolutamente deficitarias en el Madrid actual.

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