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"A mis 83 años soy una mujer de vanguardia"

, Pilar Soler está escribiendo sus memorias. "Son para mi familia", dice, aunque sabe que sus años de lucha y clandestinidad darían para un guión cinematográfico. Galardonada con el premio Rosa Manzano del PSOE por su defensa de los derechos de la mujer, esta histórica feminista valenciana se considera, a sus 83 años, "una mujer de vanguardia"."Aquí tienes a tu madre. Pregúntale lo que quieras". El encuentro se produjo en París. Hacía más de 20 años que Pilar Soler no veía a su hija, a la que dejó en España camino de un largo exilio. La represión franquista: le dejó terribles recuerdos y alguna huella en el cuerpo -"Todavía recuerdo los golpes que me daban aquellos cafres"-, pero también le permitió entrar en contacto con la cultura francesa, por la que siente una gran admiración. "Yo creía que la caída de Franco era cuestión de un año. ¡Qué proyección histórica tan errónea!, apunta entre carcajadas.

Soler sonríe cuando recuerda su primera detención, a los 18 años: "Mis primeros años de juventud, entre 1932 y 1936, los pasé con gente como Josep Regau, Ricardo Mufloz Suay... Éramos poco numerosos, pero muy lanzados. Fui una joven de vanguardia y lo sigo siendo". Todos aquellos lanzados se involucraron en una huelga general y acabaron siendo portada en la prensa: "Joven señorita comunista, volcando un tranvía", decía un pie de foto tras aquella detención.

Hija de madre soltera, Soler aprendió temprano a vivir en la oscuridad. Apenas tuvo relación con su padre, el periodista y diputado valenciano Félix Azatti, pero sí con los textos del periódico El Pueblo y con la gente con la que él se reunía en el nido de amor que compartía con su madre. El temor que le inculcaron a los comentarios de los vecinos se daba de bofetadas con las ansias de actividad de Soler.

Cuando estalló la Guerra Civil, Soler ya se había enrolado en los movimientos antifascistas. Ahora se queja de cómo las mujeres, cuando todo acabó, fueron de nuevo apartadas. "Los hombres son así. Termina la guerra, te dan la patada y vuelven a tener el mando. Es el poder masculino".

Su permanente lucha por la igualdad, que ella prefiere llamar "nuestra batalla por la razón", se manifestó bien temprano. Embarazada de cuatro meses, Soler renunció a las ofertas de los nacionales en la posguerra y se quedó con los hombres, con los que ella había combatido por una causa que no podía abandonar. No quería huir con las mujeres y los niños ni aceptó que su marido llorara. El resultado: cinco años de cárcel, entre 1939 y 1944. Su marido, el padre de la hija a la que alumbró entre rejas, le duró poco y ahora vive con su compañero de toda la vida, al que riñe si no atiende a los invitados (quede escrito que él se encarga de vigilar el cocido y sirve el aperitivo con su mejor voluntad).

Tras ocupar numerosos cargos de responsabilidad en Francia, Soler regresó a España en 1971. Aún no había muerto Franco cuando consiguió recuperar su puesto de trabajo, pese a su tremendo pasado clandestino, en la Diputación de Valencia. Militó en el Partido Comunista hasta el año 1983. "¿Por qué lo dejé? Porque una vez legalizado dejó de ser lo que fue; empezó la pugna por el poder y aquéllo no me gustó". Después fundaría la Asociación de Mujeres Separadas, formaría parte del, Consejo Asesor del Instituto de la Mujer en el Gobierno socialista de Joan Lerma y comenzó a acudir a la cárcel en la que dio a luz a su hija para charlar con las presas con asiduidad.

Hace año y medio creó con otras compañeras la Plataforma de Asociaciones de mujeres por la Igualdad, integrada por una treintena de asociaciones, desde la que contempla perpleja las iniciativas que adopta el Gobierno del Partido Popular. "Las mujeres hemos perdido bastante con el Gobierno de Aznar: Le tengo mucho miedo porque no quiere ser la derecha pero lo es. Los socialistas hicieron mucho por este país, pero también hicieron unas cagaditas muy gordas". Soler no deja títere con cabeza, y cuando le toca el turno a Julio Anguita dice que "no es un hombre de futuro". "IU es una pura mentira, está rota en pedazos; yo no creo en esa izquierda".

Una nota de optimismo, dedicada a su compatriota Carmen Alborch -posible candidata socialista a la alcaldía de Valencia. para las próximas elecciones-: "Esa sí es una gran feminista. Ojalá la pongan de alcaldesa. ¡Qué bien!", exclama.

Sus proyectos a corto plazo son escribir su vida desde su pequeño refugio, a orillas del Mediterráneo. O defender, como ha hecho toda su vida, a cualquier mujer que necesite ayuda. Que la "batalla por la razón" llegue a buen puerto es su meta. Por ahora.

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