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GOLPE A ETA

Un secuestro de 24 horas sin rescate posible

A ETA no le bastó con el sufrimiento infligido a Miguel Ángel Blanco, secuestrado para ser asesinado 48 horas después, y tenía previsto apretar aún más la tuerca de su crueldad. De las declaraciones de los etarras del comando Andalucía se desprende que habían planeado secuestrar y matar al concejal del PP en Nerja José Luis Pezzi. Pero no iban a esperar 48 horas, sino sólo un día, para condensar en 24 horas todo el sufrimiento del país y la impotencia del Gobierno ante la exigencia de ETA de que, en un espacio de tiempo tan corto, fueran trasladados a cárceles del País Vasco todos los presos de la organización terrorista.El joven concejal de Ermua (Vizcaya) fue secuestrado y asesinado en julio pasado. "No se trató de un secuestro", llegó a decir entonces el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, "sino de la escenificación de un crimen al más puro estilo mafioso". Un mes después, los etarras ahora detenidos quisieron repetir con José Luis Pezzi, de 56 años, profesor de instituto y padre de cinco hijos, el caso Blanco. El comando pretendía seguir así las directrices marcadas por José Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri, máximo responsable de los comandos ilegales (fichados por la policía) de "dar kaña al PP".

Siguieron a Pezzi, controlaron todos sus movimientos e incluso llegaron a pensar en alquilar un pajar situado en un pueblo cercano a Nerja para esconderlo durante las 24 horas del ultimátum y después asesinarlo. Según fuentes de la lucha antiterrorista, ETA pretendía con esta acción aumentar todavía más la presión sobre el Gobierno y de paso reducir el peligro de que el comando fuese localizado y detenido, puesto que en la Costa del Sol dispone de muchos menos apoyos e infraestructura que en Euskadi. Además, por las propias características geográficas de la zona, es mucho más difícil disponer de un escondite seguro.

Fue aparentemente el alto riesgo que la operación entrañaba lo que les hizo desistir. "Y no desde luego ningún sentimiento humanitario", según un responsable de la investigación que observó el comportamiento de los tres etarras tras la detención. "Elegían", añade, "una, víctima u otra con la frialdad y la despreocupación con la que un ciudadano normal elige un refresco u otro".

De ahí la frase pronunciada ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón por Mikel Azurmendi: "Cometí atentados porque ese era mi trabajo. E intentaba hacerlo lo mejor posible". Azurmendi, de 33 años, se comportó durante el interrogatorio judicial con gran frialdad, asumiendo sin ningún atisbo de pesar sus crímenes.

Azurmendi, también conocido por Hankas, es el más experimentado del comando. Participó en al menos cinco atentados en Madrid entre enero y octubre de 1994 y está considerado por la policía como un tirador experto. Por eso se sospecha que fuera él quien, llegado el caso, disparase el rifle de precisión encontrado en el piso franco de Sevilla, aunque a ciencia cierta no se sabe contra quién.

Por su parte, José Luis Barrios, de 25 años, se mostró tras la detención muy nervioso, agresivo, con los rasgos propios de un psicópata. Ella, María Teresa Pedrosa, ni siquiera declaró.

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