Negar la evidencia
El diccionario de la Real Academia define así la palabra pizpireta: "Adjetivo familiar: aplícase a la mujer viva, pronta y aguda". Rosa Díez es sin duda todo eso y mucho más: inteligente, preparada, coherente, carismática, valiente..., una gran política y una mujer diez.Hace falta ser muchas cosas para presentarse a competir por primera vez en unas primarias de partido, experimento difícil y arriesgado, y además a un cargo como el de lehendakari, y además en un lugar como Euskadi, y además frente a otro candidato llamado Nicolás Redondo (Terreros), y además después de haber dicho que no se presentaría.
Sospechamos que el señor Arzalluz no conocía el verdadero significado del adjetivo con el que calificó a Rosa Díez en la noche en que tenía que haberla felicitado. Como el caballero es euskaldún probablemente no domina el castellano y entendía por pizpireta: "Mujer casquivana, frívola y de poco juicio", como se deduce del tono en que lo dijo y de su siguiente frase: "Un partido serio tiene que elegir gente seria".
Resulta sorprendente que el líder de un partido político haga juicios de valor sobre los resultados de una votación interna de otro partido y descalifique así a uno de los contrincantes. Y más desconcertante aún es que lo haga cuando la diferencia de votos es sólo de 400, lo que demuestra que para los militantes de ese partido ambos candidatos eran igualmente serios y merecedores de su confianza y su apoyo.
Naturalmente, la candidata no era seria por la misma razón que lo más importante del discurso parlamentario de otra política era su escote o que una ministra del anterior Gobierno pueda compararse con una becaria de la Casa Blanca.
Algunos políticos y periodistas están negando la evidencia y parecen no haber aprendido nada. Siguen permitiéndose los mismo comentarios machistas y a veces tabernarios sobre sus compañeras en la vida política, descalificando su labor y su preparación, tratándolas con mal contenido menosprecio cuando no sometiéndolas a valoraciones de ambiguo contenido sexual. Comprendemos que les cueste trabajo aceptar que en tan poco tiempo las mujeres les están pisando los talones en lo que consideraban su coto privado: el poder. Pero aprendan a respetarlas deprisa porque cuanto más se libera la sociedad de las estructuras patriarcales y gerontocráticas, que aún perduran en sus instituciones, y más se renuevan éstas, más mujeres y mejor preparadas van a ir desplazando a todos los dinosaurios que todavía se permiten descalificarlas a ellas y de paso a las personas que las votan y que son, también, cada vez más.
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