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Reportaje:

El guión de la 'classicissima '

Jalabert, uno de los favoritos de la Milá-San Remo, da las claves de la clásica ciclista

Carlos Arribas

Si no fuera por una fuerte gripe que le afectó su capacidad de recuperación en la reciente París-Niza, Laurent Jalabert -ONCE, francés, 29 años, campeón del mundo contrarreloj, número uno del ránking mundial desde septiembre de 1995 sería el gran favorito para adjudicarse hoy por segunda vez -ya se impuso en 1995- la Milán-San Remo, de 294 kilómetros de recorrido, la classicissima, uno de los cinco monumentos del ciclismo, que abre hoy la Copa del Mundo. El francés, quizás hoy en segundo plano por la exhibición del joven Franck Vandenbroucke camino de Niza, será, sin embargo uno de los hombres más vigilados. Conoce a la perfección la clásica italiana -la ha disputado ocho veces- y nos ofrece la clave de una carrera considerada el Mundial de Primavera.-"Me gustaría ganar la Lieja-Bastoña-Lieja y todas las grandes clásicas que no tengo, pero una puede venir con la otra, me puedo estrenar en una y repetir otra".

El más esquivo

La Lieja-Bastoña-Lieja (19 de abril) es el monumento que más desea el francés y el más esquivo. Las otras ocho pruebas de la Copa del Mundo son: Vuelta a Flandes (5 de abril), París-Roubaix (12), Arristel Gold Race (25), Clásica de San Sebastián (6 de agosto), Hew Cup en Hamburgo (16 de agosto), Gran Premio de Suiza (23), París-Tours (4 de octubre) y Giro de Lombardía (17).-"Me noto más marcado que nadie. Aunque no ande bien todos vienen a por mí. Tengo que saltar en el momento oportuno para que no me cojan".

El Poggio, una colinita de 162 metros cuya cima se encuentra a 5,7 kilómetros de la meta en Vía Roma, suele ser en los últimos años el lugar que actúa de detonante para romper la carrera. Allí, un golpe de pedal sobrehumano le dio a Jalabert la victoria en 1995.

-"El año pasado no fue de las más duras. Es una carrera que no tiene nada de dureza. Sólo la distancia. El Poggio es un repecho de nada, pero si llegas ahí muy cansado, allí se marca la diferencia; sin embargo, si la carrera no es muy dura antes, los sprinters, que no son cojos, que saben subir, el Poggio lo pasan con la minga. Hay que conseguir que la gente llegue atufada para que el que esté superior pueda romper. En general, cuando uno domina mucho, cuando uno es favorito por encima de todos, hace la carrera dura y marca la diferencia, que es mínima, pero siempre se marca. Pero si no hay nadie que domine por encima de todos, nadie coge el mando y va la carrera un poco más suave y luego ... eso pasa".

El año pasado ganó un sprinter, el alemán Erik Zabel, ya que nadie pudo destacarse en el Poggio. Este año, el alemán se presenta también en gran forma -ha ganado esta semana tres etapas de la disminuida Tirreno -Adriático (fue segundo en otras tres)-, al igual que el sprinter belga Tom Steels (dos etapas en la París-Niza). Para evitar una repetición, corresponderá a la ONCE, al Asics (Bartoli) y al Cofidis (Casagrande) quemarse endurenciendo la marcha desde el principio. El Mapei de Vanderibroucke y Museeuw podrá esconderse pensando también en la baza de Steels.

-"Hay que contar también con la Cipressa (una colina de 240 metros a 11 kilómetros del Poggio). No decide, pero selecciona. Hay que bajarla entre los primeros para evitar un corte imprevisto producido por una caída o un ataque de gente que prepara la carrera para otros. Si no estás atento, tienes que trabajar luego el doble para tapar el agujero".

Vandenbroucke

El año pasado, una caída en la Cipressa produjo un desbarajuste total entre los equipos. Hace dos, el sorprendente Gabriele Colombo ganó rompiendo ahí la carrera.-"Muchas veces el favorito es quien gana la Milán-San Remo. Es extraño, pero es así. Quizás sea también porque viene a principio de año, una época en que cuando uno domina, domina mucho, y todos los años hay uno que domina a principios de temporada, ¿eh?".

Vandenbroticke será entonces el enemigo público número uno. Y quizá el ya belga Tchmil. El italiano Bartoli, que mostró buena forma en febrero, se ha visto perjudicado por su eliminación, junto a otros 123 corredores, en la Tirreno-Adriático. Se ha tenido que entrenar en casa, un hándicap. Ausentes entre los grandes: Ullrich, fuera de forma, Casagrande, con gastroenteritis, y Brochard, campeon del mundo, que sufrió una caída en la Tirreno. ¿Los españoles? David Etxebarria, el segundo de Jalabert, ganador de una etapa en la París-Niza, puede jugar el papel de invitado sorpresa y aprovechar el marcaje a su jefe. José Luis Arrieta puede aprovechar su inmejorable forma y dejarse ver. Olano va a rodarse.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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