_
_
_
_
_

El Museo Thyssen rescata la intensa obra del pintor alemán August Macke

113 obras recorren la trayectoria del artista

El Museo Thyssen-Bornemisza inauguró ayer la exposición August Macke (1887-1914), que reúne 113 obras de uno de los pintores más desconocidos del expresionismo alemán. La intensa y breve obra de este, pintor, que falleció a los 27 años en un combate de la I Guerra, Mundial, incluye óleos, acuarelas y dibujos. La exposición, que permanecerá hasta el próximo 31 de mayo, muestra cómo Macke buscó la expresión de su mundo íntimo en la representación del mundo exterior.

Con una exposición de 113 obras el pintor alemán August Macke (1887-1914), el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid, vuelve a hacer hincapié en uno de los ejes centrales de su colección permanente: el del expresionismo alemán. Macke, sin embargo, no es Kirchner, ni Nolde, ni Grosz, ni, aún menos, Klee, por citar las muestras que sobre estos artistas ha exhibido o está a punto de hacerlo el Museo Thyssen-Bornemisza. Quiero decir que, al margen de la calidad en sí de cada cual, no es una figura comparativa tan conocida por el público y, menos, por el de nuestro país. De hecho, apenas hay obras suyas fuera de Alemania. Esto no significa que se ignore a Macke, que tiene un lugar reconocido en los manuales del arte de nuestro siglo, como uno de los protagonistas del grupo El jinete azul, de Múnich, junto a Kandinsky y Marc. Es, por tanto, muy interesante que, con comisariado de Ursula Heiderich, podamos contemplar un conjunto tan apreciable de óleos, acuarelas y dibujos, representativos de todas las etapas de la corta trayectoria del artista.

Viaje a Túnez

Macke murió a los 27 años, al comienzo de la I Guerra Mundial, víctima directa del combate, como, entre otros, le ocurrió a Franz Marc, aunque éste cayera a los 36. Con Macke, no obstante, se tiene una sensación más trágica y frustrante, pues se quedó a las puertas de lo que se adivina como una maduración artística deslumbrante. Su inquietud le hizo viajar por los centros europeos de vanguardia más destacados y siguió una evolución pareja a la de Paul Klee, junto con el que hizo, a principios de 1914, el año de su muerte, un viaje a Túnez, de consecuencias extraordinarias para el desarrollo ulterior de la vanguardia expresionista centroeuropea.La presente muestra, que comienza con una acuarela fechada en 1899, realizada cuando el pintor contaba sólo 12 años, no nos ahorra casi nada del material disponible. Podemos así apreciar cómo Macke va definiendo su personalidad y, sobre todo, qué elementos va tomando de lo que ofreciendo el arranque de la vanguardia de nuestro siglo. Notamos, por ejemplo, el impacto decisivo de Delaunay y la euforia que comparte con Klee al llegar la buena nueva de Túnez. En este sentido, las últimas salas del recorrido, las que nos enseñan la obra de 1913 y 1914, resultan muy estimulantes, aunque nos dejan con el sabor agridulce del abrupto final del pintor. Se trata, en todo caso, de una brevísima, pero intensa, explosión creadora, que constituye una realidad positiva incontestable. No hay sino que pensar en el Klee de ese momento, ya un pintor imprescindible. A veces, como se comprueba con Macke, una vida corta no impide ser recordado.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_