Campañas

La industria tabaquera anuncia una campaña de concienciación para jóvenes, cuyo eslogan reza: "Si tienes menos de 16, tú no debes comprar y yo no puedo vender". Tal vez así consiga paliar un poco la mala imagen que sufre, pero, si yo tuviera 16 años (no tengo muchos más), su efecto sobre mí seguramente sería aumentar mi deseo de fumar. Esa frase es el perfecto ejemplo de cómo no convencer de nada a un adolescente hambriento de emociones y autosuficiencia. ¿Quién va a decirle lo que debe hacer? ¿Es que hasta la publicidad va a parecerse a sus padres?Un publicista con oficio trataría de enfocar el asunto apelando al afán de madurez y responsabilidad que arde en todo pecho adolescente, tal como lo hacen en los anuncios del Plan Nacional sobre Drogas, con un mensaje que podría ser algo como: "Cada vez que fumas, estás quemando tu salud y tu dinero. Tú decides". Pero, claro, esta alternativa sería demasiado comprometida para la industria tabaquera. O peor aún: quizá hasta tuviera un mínimo efecto y perdiera a muchos potenciales clientes jóvenes e incluso adultos, a los que también pudiera llegar el mensaje. Ése tampoco era el objetivo, ¿no?.

Bien pensado, quienes hayan concebido la campaña tampoco lo

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han hecho nada mal: tal vez hasta consigan, aplicando un cínico retorcimiento psicológico, aumentar el consumo entre jóvenes que utilizan el tabaco como un fetiche de rebeldía descafeinada.-