_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La vida sigue igual

Los barcelonistas tenemos buenas y malas noticias. Primero las malas: el nuñismo se mantiene. Ahora las buenas: la oposición crece. Por lo demás, la Liga sigue igual. O sea: somos líderes. Después del partido que se vio anoche, podemos estar satisfechos por el resultado, por el espléndido Figolazo y por algunos minutos de comunión religioso-deportiva entre jugadores y aficionados. Ganamos contra diez, me dirán los forofos rivales, pero yo les respondo que nuestro entrenador estaba lesionado y que tuvimos que recurrir al rosario de Núñez, el arma temible y sagrada que, en estas ocasiones de cruzada, nunca falla. Analizado fríamente, el mejor partido de la Liga de las Estrellas me defraudó casi tanto como Raúl y constituyó otra demostración de fútbol wonderbra, un espejismo que, a la hora de la verdad, agua las más entusiastas expectativas.Pero, a pesar de todo, los culés fuimos razonablemente felices. Ganarle al Real Madrid tiene valor añadido, aureola histórica, chicha épica. Buscarle lógica a esta clase de partidos resulta tan inútil como esperar que alguno de los contendientes de la moción de censura reconozca su debilidad y actúe, de una vez por todas, en consecuencia. Precedido por toneladas de publicidad estática y en movimiento, el Barça-Madrid de ayer sació el hambre de los militantes y conformó a los paladares más exigentes, al menos a este lado del río Ebro. Como escribe J. M. Isasi Urdangarín en sus excelentes y valientes Variaciones Julen Guerrero: "Nos hablan del fútbol como si fuera un pasatiempo, un espectáculo o un negocio, pero nadie nos enseña los lazos del fútbol, nadie nos previene de las ataduras del fútbol, que finalmente son como las de la familia; uno no puede renunciar a su equipo como no puede renunciar a su madre, eso es algo que lo experimenta cualquier aficionado medio, y sin embargo siguen hablando del fútbol como de un deporte, de manera incomprensible se ve al fútbol como un deporte, incluso se le llama balompié, una palabra degradante y muy alejada del objeto designado, cuando el fútbol es por encima de todo un vínculo, un vínculo además que nos marca de por vida y que de hecho condiciona nuestro paso por el mundo".

Más información
Anderson: "Mi gol es el más decisivo en la Liga"
País no rima con mi país

Ayer, cuando el árbitro pitó el final del partido, todos estos conceptos aparecieron de golpe y el vínculo se hizo carne. La satisfacción del barcelonismo, tras una jornada electoral que sirvió como colofón a una exasperante campaña de insultos, contrainsultos y recontrainsultos, exageró los méritos del equipo con una ovación cargada de matices, una ovación que no era una simple respuesta al estímulo estrictamente futbolístico, sino que intentaba poner a cada uno en su sitio y, principalmente, agradecer la entrega y el entusiasmo de los jugadores. En noches como la de ayer, en las que la euforia aparece como una tentación obscenamente asequible, es necesario analizar las cosas y no dejarse llevar por el vaivén de glóbulos azulgrana que circulan por nuestra sangre. Por supuesto, lo primero es disfrutar del resultado, pero lo segundo es admitir que tuvimos suerte. Una suerte que, si queremos convertir en arma arrojadiza, debemos calificar, no sin orgullo, de "suerte de los campeones", en parte para minar la moral de nuestros rivales y en parte porque se trata de uno de los componentes más importantes y preciados de nuestra historia reciente.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_