Tiempo de ajustes
Los mercados periféricos europeos, con el español entre ellos, se dejaron llevar por la inercia en esta última sesión y volvieron a destacar del conjunto, demostrando así que existen hechos diferenciales que justifican el trato de favor que están recibiendo.La ponderación de los países del Sur en una hipotética cartera europea ha mejorado sensiblemente en las últimas semanas, lo cual es un valor añadido dentro de la tendencia global de crecimiento económico sostenido con inflación controlada, ecuación a la que hay que sumar el mayor impacto que está teniendo en estas economías la caída de los tipos de interés.
Visto así, todo va bien, pero la altura de los precios obliga a los observadores a buscar las diferencias de fondo entre unas economías y otras y, en ese aspecto, la española sale malparada. Las perspectivas de crecimiento económico se basan en buena parte en el consumo interno y poco puede aportar a ese capítulo una cifra de desempleados que llega hasta el 20% de la población activa. Se ha cumplido con las grandes magnitudes económicas a base de ajustes que pueden pasar factura en el futuro, pero la inversión sólo lee la letra grande del contrato y está encantada.
La contratación volvió a estar en la línea de las últimas sesiones, con 165.485 millones de pesetas, que confirman, y garantizan, el necesario flujo de fondos que hace de la renta variable el producto de moda en esta temporada.
El dinero apenas vale nada colocado en otros activos y esto se demostró ayer con una subida in extremis de la Bolsa y un recorte en los precios en el mercado de deuda. La renta variable obtuvo otro máximo histórico, mientras que la rentabilidad de la deuda subía tres centésimas.
La retirada de beneficios fue mayor para el bund alemán, con lo que el diferencial entre ambos países bajó hasta un mínimo de 0,19 puntos. El Tesoro calculó mal y ayer era más rentable comprar deuda en el mercado secundario que en la subasta.
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