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FÚTBOL SEMIFINALES DE LA COPA DEL REY

El Barca impuso un fútbol administrativo

El Zaragoza se desfondó tras un primer tiempo jugado con mucho coraje

La casualidad también juega en el fútbol, y en el caso de Van Gaal y del actual Barcelona, quién sabe si de forma decisiva. Forzado por las circunstancias, el técnico holandés tuvo que acudir a hombres poco habituales para conformar la alineación. Y en sólo dos partidos, la incorporación de jugadores de la casa ha permitido disfrutar de las dos caras de un mismo equipo: ofensivo, alegre y goleador en la ida; trabajador, sistemático y duro anoche. El propio Van Gaal se permitió decir poco antes del inicio del encuentro que, con Nadal, éste es su equipo ideal.Lejos de compromisos precedentes, el Barcelona salió decidido a trabajar, con Celades y Roger muy próximos a la tripleta defensiva. Taponadas las bandas y maniatados Belsué, Kily González y Acuña, el Zaragoza se vio incapaz de llegar con balones controlados al área de Hesp y tuvo que recurrir a desplazamientos largos y por alto, con los que pierde toda su efectividad.

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Había tensión, emoción y buen fútbol en el centro, pero unos y otros no estaban dispuestos a repetir el partido de la ida. El intercambio de goles ya no resultaba de interés para los protagonistas. Tanto es así que durante muchos minutos Luis Enrique se movió como único punta. Figo y Rivaldo habían abandonado su labor como medias puntas para sumarse a la parcela medular y contribuir al oscuro pero efectivo trabajo de Giovanni, que ahogó a Santiago Aragón e impidió la circulación de balón entre los jugadores del equipo aragonés.

Kily González fue el único jugador del Zaragoza que entendió el partido y mediado el primer periodo decidió asumir riesgos. Buscó por la banda izquierda acciones individuales y disparos lejanos para sorprender a Hesp. Pero el acierto del guardameta holandés, decisivo en dos mano a mano -uno ante Solana y otro ante Kily-, y la escasa efectividad de sus rivales en las pocas ocasiones que tuvieron evitaron que el marcador se moviera.

El segundo periodo perdió interés por la falta de emoción del marcador y sobre todo porque durante 20 minutos los protagonistas se enzarzaron en un intercambio de acciones duras, que Díaz Vega intentó cortar con un alocado reparto de tarjetas.

Descontrolado el encuentro, con algunos de los protagonistas más pendientes de dirimir cuestiones personales que del balón y ya sin opciones de que el Zaragoza obrara el milagro, el Barcelona se adueñó por completo de la situación y mandó con temple.

Van Gaal se permitió entonces la inclusión de Anderson y los azulgrana abrieron líneas. El Barcelona pudo resolver el choque en esos 20 minutos finales, aunque pareció más preocupado por que el desgaste no fuera excesivo que por ganar el encuentro.

En el último tramo, el Barcelona exhibió un buen control de balón, supo guardarlo con cuidado y abrir a las bandas, por donde se dejaba caer Anderson. Destacó sobre todo el trabajo de Rivaldo, un jugador que ayer se entregó al equipo. Fueron notables también el temple de Celades, impecable en el corte y aseo del cuero, y la fuerza de Couto, inexpugnable en la zaga.

Van Gaal puede darse por satisfecho. La denostada cantera azulgrana ha desbancado en sólo dos partidos a hombres que el técnico holandés reclamó con insistencia. Y han demostrado que tienen fútbol, gol, capacidad de sacrificio y de adaptación al sistema.

Enfrente se encontraron a un Zaragoza en periodo de transición que sigue demostrando calidad y opciones de futuro, pero que deberá aquilatar su equipo si quiere buscar nuevos títulos.

Es de destacar el regreso de Gustavo López, inédito desde enero. Es un futbolista que por norma siempre le había creado grandes problemas al Barça, pero no fue ayer el caso. El Barça tuvo un buen control del partido.

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