Noticias económicas

Hace pocos días leía en la sección de Economía de EL PAÍS algunas noticias que ponían los pelos de punta. Las reformas económicas en China provocarán 10 millones de despidos; la tormenta Monetaria en el sureste asiático traerá como consecuencia la pérdida de empleo de unos catorce millones de trabajadores; cada día laborable de 1997 registró cinco muertes por accidentes de trabajo en España.La situación es sangrante, aunque las causas se maquillen con eufemismos. Gracias a los acuerdos de Maastricht, "flexibilizar el mercado de trabajo será casi la única válvula reguladora para mantener la competitividad". Traducción de la frase: "Para competir y salir vencedores en la ley de la selva hay que aceptar bajar salarios, trabajar a destajo, contratos basura de una hora de madrugada, someterse a los nuevos negreros que son las empresas de trabajo temporal". Acabar con el paro al estilo USA: precarizando.

Me alegró mucho saber que los parados franceses comprendieran el valor de la unión; que las soluciones no vienen a través de medidas económicas, sino de colocar al ser humano en el centro de la economia; que la marginación no es fruto de la incapacidad, sino de un sistema que les necesita así para su buen funcionamiento, para disciplinar a los que trabajan y que vuelvan a hacerlo en las condiciones de esclavitud del siglo XIX (que no han desaparecido nunca del Tercer Mundo).

No estamos en una democracia real, ni tan siquiera formal. Los mercados mandan (y votan todos los días) y el futuro Banco Central Europeo impondrá las políticas económicas de cada país. Y a ése no le votamos ni siquiera cada cuatro años.

La ocupación de la Bolsa de París por los parados franceses denota que saben dónde está la clave. Y que no nos vendan la moto del crecimiento económico: el PNB ha crecido en los últimos veinte años una media del 2,5% anual, mientras se triplicó el desempleo en los países de la OCDE; las empresas, en 1997, han aumentado los beneficios en un 35% sobre el año anterior, por no mencionar a los bancos.

Cuando las rentas del capital sólo aportan el 22% de los ingresos del Estado o cuando sólo un 0,1% de gravamen anual sobre las operaciones especulativas daría el doble de lo necesario para erradicar la pobreza extrema, implantar importantes impuestos sobre las grandes fortunas o sobre los flujos especulativos (impuesto Tobin) sería una primera medida; decir no a Maastricht es otra; el asociacionismo de los que sufren, de los precarios y los excluidos para recuperar su dignidad, otra. No es cierto que no se pueda hacer nada. Lo que hay es mucho por hacer.-