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El Sinn Fein insinúa que no volverá a las negociaciones sobre el futuro del Ulster

Furiosos y resentidos tras su expulsión temporal de las conversaciones de paz, los nacionalistas norirlandeses del Sinn Fein plantearon ayer por primera vez dudas sobre su retorno al diálogo el 9 de marzo, pero se distanciaron del último atentado que en la madrugada, también de ayer, dejó once heridos (siete policías y cuatro civiles, ninguno de ellos grave) en un acuartelamiento policial en el condado de Down, a unos 30 kilómetros, al suroeste de Belfast.

Gerry Adams, el presidente del Sinn Fein y Martin McGuinnes, el número dos del partido que actúa como frente político del Ejército Republicano Irlandés (IRA), volvieron a condenar como injusta la decisión adoptada el viernes por los Gobiernos de Londres y Dublín de alejarlos temporalmente de las negociaciones por la supuesta vinculación del IRA con el asesinato de dos protestantes de Belfast la semana pasada.Lo grave en el volátil esquema de la política en Irlanda del Norte es que nadie tiene respuesta a dos preguntas clave: ¿Está el Sinn Fein endureciendo su posición para satisfacer al IRA, que oficialmente mantiene su tregua, pero que evidentemente cada día cree menos en el proceso de paz iniciado en septiembre? ¿Puede Gerry Adams impedir que grupos extremistas republicanos manifiesten su ira contra los protestantes que instigaron la expulsión del Sinn Fein a partir de las declaraciones de la policía británica en el Ulster que vinculaba al IRA con los dos últimos asesinatos que paralizaron el proceso de paz? De modo indicativo se puede apostar por un a la primera y un no a la segunda.

Ecuación mortal

La calle republicana no da credibilidad a los informes de Ronnie Flanagan, el jefe de la policía británica del Royal Ulster Constabulary (RUC). Dos protestantes muertos (uno de ellos un hombre que se jactó de haber arrojado una granada de mano en una oficina del Sinn Fein y un traficante de drogas) pesan evidentemente más que los nueve republicanos católicos, varios de ellos taxistas, asesinados por pistoleros unionistas en los últimos dos meses. Esa es la ecuación que el Sinn Fein trató de proyectar en su infructuosa batalla legal librada en los tribunales de Dublín. la semana pasada.McGuinness dio una clara pauta de la frustración nacionalista cuando declaró que la expulsión del Sinn Fein -con la burla que ésta entraña a un importante sector del electorado norirlandés- es un asunto mucho más serio de lo que Londres y Dublín creen. "No existe una decisión para que volvamos a la mesa. Nuestra ausencia es una posibilidad", dijo.

Más allá de las maniobras políticas que el Sinn Fein pueda tener en mente, en el oscuro territorio donde el partido de políticos y encorbatados hombres de armas tiene que discutir con el ultrasecreto comando militar del IRA, existe una realidad innegable: los partidarios de la violencia, como el Comando de Continuidad Militar (CAC) y el Ejército Nacionalista de Liberación de Irlanda (INLA), los combatientes más críticos de los métodos de acomodación y compromiso con los británicos, coincidirían con la decisión británico-irlandesa de castigar a Adams. Su política de paz no ha contribuido a nada, dirían.

Sobre esas organizaciones recaía ayer la sospecha del bombazo contra la comisaría en Moira. Sus militantes parecen estar cansados de la palabrería e impacientes por reanudar la lucha armada que puede, otra vez, extenderse a Inglaterra, una vez más señalada como protectora de los intereses de los protestantes del Ulster.

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