Punto final a una larga crisis
Banesto culmina una década plagada de cambios y sobresaltos
El Banco de España interviene Banesto, destituye a Mario Conde y garantiza los depósitos. Era el 28 de diciembre de 1993 y la autoridad monetaria resolvía de un plumazo la agonía de una entidad centenaria, que no fue capaz de engancharse a la modernidad ni a la gestión eficiente. Anclado en el estilo de dirección paternalista de José María Aguirre Gonzalo, Banesto avanzó en la decisiva década de los 80 con las alas cargadas de plomo por culpa de la crisis de su filial, Garriga Nogués.La etapa de Conde confirmó que compensar la falta de gestión con operaciones de imagen es contrario a cualquier manual bancario en un mercado muy competitivo. A mediados de los 80 la historia de Banesto entra en su capítulo definitivo. Era un gigante con pies de barro. El Banco de España, ante la falta de entendimiento de las principales familias de la entidad (Garnica, Argüelles, Gómez-Acebo, De la Mora, Figaredo y Masaveu) envía a José María López de Letona con el doble objetivo de sanear el banco y domesticar a las familias.
El 13 de octubre de 1987, Mario Conde y Juan Abelló son invitados por las familias para invertir en Banesto. Los dos empresarios habían conseguido cerrar la venta de Antibióticos al grupo italiano Montedison, en una operación digna de estudio en las escuelas de negocios y que ha dejado para la posteridad tantas sombras como beneficios para los citados inversores.
El 28 de octubre de ese mes, Conde y Abelló son nombrados vicepresidentes del banco en un intento de bloquear la presidencia de López de Letona, asumida en el mismo consejo, y comienza una de las etapas más frenéticas de la reciente historia bancaria española.
En pleno fervor del consejo por los dos afamados inversores en Banesto, una entidad que adolecía de un claro problema de sucesión, se da de bruces con la primera gran oferta pública de adquisición (OPA) hostil, presentada por el entonces Banco de Bilbao. Es un terremoto que mueve los cimientos financieros y llega hasta el Gobierno.
Las familias, en franco desconcierto, se miran unas a otras sin dar crédito a lo que ocurre. La falta de liderazgo en el consejo, el miedo a caer en manos de una entidad competidora y la falta de normativa clara, permiten a Conde, en plena campaña de proyección social, galvanizar al consejo de Banesto y hacer frente a la OPA del Bilbao, que se da por fracasada el 5 de diciembre de 1987.
Conde toma con fuerza y plenos poderes el timón de un barco que seguía sufriendo varias vías de agua. Durante 1988 tiene que hacer frente a la alianza entre Javier de la Rosa y Los Albertos, que, desde el Banco Central, diseñan una fusión para engullir Banesto.
Una vez salvado el episodio con el entonces Central, en febrero de 1989, Conde se rodea de un equipo gestor afín y esgrime sus dotes como gestor bancario, un mundo que nunca antes había conocido. A finales de 1989 crea la Corporación Industrial, en la que aglutina todo el grupo industrial del que el banco controlaba el 82%.
La idea era vender el 31% para seguir siendo mayoritario, generar una plusvalías de 100.000 millones de pesetas y con ellas fortalecer los cimientos del banco. La Guerra del Golfo de 1990 dio al traste con estos planes. Ello, unido al periodo de recesión en que entró la economía española a final de 1991 y que se prolongó durante 1992 y 1993, se convirtió en un cóctel fatal para Banesto, que había abordado una política expansiva de concesión de crédito, en dirección contraria al resto de la banca.
Como consecuencia, contaminó su cartera crediticia hasta tal extremo que la tasa de morosidad del banco en 1993 doblaba con creces la media del sector. El Banco de España interviene y, tras mirar con lupa las cuentas, se cifra un déficit de 605.000 millones de pesetas.
La etapa del Santander
El Grupo Santander compró el 48,1% de Banesto en una subasta que se celebró el 25 de abril de 1994, cuatro meses después de la intervención. El Santander compitió con el BBV y con Argentaria, con la presentación de sendos sobres cerrados. El ganador estaba obligado a mantener una participación al menos del 30% en el capital de Banesto durante cuatro años.El Santander, tras desembolsar 313.400 millones de pesetas, se convirtió en el primer grupo bancario por activos y se situó, junto con el BBV, como claro líder del sector. Alfredo Sáenz, su presidente, un gestor bancario de la escuela del fallecido Pedro Toledo en el antiguo Banco de Vizcaya, realizó una clara apuesta por la contención de gastos, el saneamiento de los créditos y la liquidación de activos.
En la última junta general de accionistas de Banesto, Alfredo Sáenz anunció un beneficio de 31.109 millones, con un crecimiento del 26,4% sobre el año anterior. El banco tuvo un margen de intermediación de 143.190 millones y Sáenz daba por culminado el saneamiento.
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