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El PDS italiano se refunda como Demócratas de Izquierda y absorbe a pequeños grupos progresistas minoritarios

El Partido Democrático de la Izquierda (PDS), surgido en 1991 de las cenizas del Partido Comunista Italiano, cambia nuevamente de piel. Todo está listo ya para que el sábado, en Florencia, cobre vida una nueva formación de la izquierda moderada con el nombre, algo más informal, de Demócratas de Izquierda. Las aspiraciones, al menos teóricas, del líder del PDS, Massimo D'Alema, eran otras. Se trataba de forjar un gran partido de izquierda moderada incluyendo a los supervivientes más destacados del Partido Socialista Italiano como Giuliano Amato y a alguna oveja descarriada más del fluctuante panorama político italiano. El resultado ha sido algo más pobre, hasta el punto de que tras las nuevas siglas aparecen con total claridad los rasgos del PDS con un pequeño añadido cosmético de grupúsculos de izquierda, entre ellos cristianos, comunistas, republicanos y laborista.

Los cambios más importante que se preparan tienen que ver con la imagen y el nuevo logotipo del partido. La nueva entidad política mantendrá la famosa encina -emblema del PDS desde su lanzamiento por Achille Ochetto en 1991-, pero el viejo símbolo de la bandera roja con la hoz y el martillo será sustituido por una rosa roja de fisonomía socialdemócrata. Un aspecto que no ha sido bien acogido por los sectores de izquierda del PDS, que ven en esta refundación una estratagema para romper definitivamente con el pasado comunista.

La asamblea constituyente de la Cosa Due, como se ha llamado hasta el momento de su bautizo al partido de los Demócratas de Izquierda, ha estado precedida de grandes eventos sociales organizados en la órbita del Olivo, la coalición de centro-izquierda que gobierna Italia. Se ha constituido incluso una fundación, de nombre todavía incierto, que tendrá a su cargo la formación de los intelectuales de izquierda. Lo que no se ha logrado, sin embargo, es fusionar a la izquierda en un partido de corte socialdemócrata. Los escándalos de corrupción que barrieron del mapa político italiano al Partido Socialista con su líder, Bettino Craxi incluido, están vivos aún en la memoria de todos, especialmente del PDS temeroso del coste de una fusión de este tipo.

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