El fin de las coartadas
( ... ) Contra los separatistas y los mafiosos, el homenaje de Jacques Chirac a Claude Erignac ha expresado el ardor de una Francia que sueña con volver a ser grande y la fe de una Córcega que sueña con volver a la República. El presidente ha dicho las palabras precisas. Al decir que los asesinos apuntan a la autoridad del Estado y a la integridad del país, ha sacudido a una opinión pública que ( ... ) acaba tomándose a la República por un museo. Al jurar que Francia, diversa pero unánime, seguirá siendo una e indivisible ha resucitado todos los mitos fundadores que, en otro tiempo, dieron a otros prefectos el coraje del sacrificio: Jean Moulin ante la Gestapo y Fred Scamaroni, corso torturado hasta la muerte por los fascistas italianos. Los corsos que escuchaban a Jacques Chirac han estado a la altura de su discurso. Han aplaudido cuando evocaba la patria común, cuando ha hablado de la democracia, cuando el presidente ha jurado que los asesinos no quedarán impunes ( ... ). Los aplausos tenían el valor de un referéndum contra la independencia: los nacionalistas matan porque pierden las elecciones. ( ... ) Pero es también el momento de que la clase política de la isla acabe con el doble lenguaje. ( ... ) Sobre todo, es necesario que los corsos se reafirmen. La familia no puede excusar la ley del silencio, ( ... ) el clientelismo no puede seguir siendo la coartada de todos los chanchullos políticos.(...)
10 de febrero
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