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"Se me ha ido la mano"

Devuelto a su madre un bebé que había sido secuestrado por el padre tras darle a la mujer una brutal paliza

Soledad Alcaide

María José Molina, de 33 años, pudo ayer al fin abrazar a su hija de un mes, secuestrada por su propio padre, Juan Francisco Párraga, el pasado miércoles. Antes de huir con la pequeña, Párraga, de 37 años, propinó una brutal paliza a María José en la puerta de su casa de Fuentelencina (Guadalajara). Tras aplastarle la cara contra la pared y dejársela "como un amasijo de carne", según una vecina, la subió al coche y la abandonó delante del hospital Clínico de Madrid.

Juan Francisco Párraga confió a su hija a dos amigos, Francisco Yepes y su esposa, que viven en el centro de Madrid. Padre e hija pasaron con ellos la primera noche tras su huida, y ellos se han ocupado también de devolver el bebé a su madre. A petición del padre, su casa sirvió en la noche del jueves de lugar de entrega. Mientras, María José, que había sido ingresada en un Centro de Acogida de Madrid, ha tenido que regresar al hospital al haberse agravado las lesiones causadas por la tremenda paliza. Según explicó ella misma en el hospital, "tenía problemas de visión y los ojos amoratados".

"Vinieron tres asistentes sociales y dos policías", explica Yepes, que todavía recuerda dolido cómo una de las asistentes se encaró con él pensando que era el padre. "Pero la niña estaba en perfecto estado, porque nos hemos preocupado todo este tiempo de cambiarla y darle de comer". Se la llevaron al Centro de Acogida donde estaba la madre, pero antes registraron la casa para comprobar si estaba allí el padre.

No es la primera vez que el matrimonio Yepes ayuda a esta familia. Ya antes, se habían encargado de cuidar a otro hijo de María José, de un matrimonio anterior, que padece síndrome de Down. "Por eso vino a traernos a la niña", explica Francisco, que conoce a Párraga desde hace 15 años. "Llamó al telefonillo a las dos de la mañana [madrugada del jueves] y yo le dejé subir porque traía al bebé. Lloraba y me decía: "se me ha ido la mano".

Fueron también Francisco y su esposa quienes hicieron saber a la madre que su hija estaba con ellos. La visitaron en el hospital donde estaba ingresada para ver cómo estaba, una vez más a petición del padre, y, según dicen, se quedó tranquila. "Con vosotros sé que va a estar bien", les dijo.

Párraga ha pasado dos noches con los Yepes. La última, una vez devuelta la niña a su madre. Ayer esperaban que se entregara, pero él no ha cumplido su palabra. Salió de su casa ayer por la mañana, dijo que "iba a ver a un amigo y luego que se pasaría a ver al abogado" para luego ir a la comisaría, pero no le han vuelto a ver.

Las Fuerzas de Seguridad están siguiendo su rastro en la capital, donde Párraga tiene algunos amigos. Mientras, los rumores corren en Fuentelencina, el pueblo donde viven Párrega y su esposa. "Dicen que le han visto hoy aquí [por ayer], pero cuando han llegado los guardias civiles ya se había ido", cuenta Dolores, la dueña del bar Casa Lola, que ha sido el hombro al que acudía María José cada vez que su marido le tundía los huesos.

La penúltima paliza fue justo cuando nació la niña. María José se presentó el pasado 8 de enero en el Hospital General de Guadalajara con contracciones de parto, supuestamente provocadas por los golpes que su marido le había propinado unos días antes y que ella ya había denunciado. Finalmente, la niña nació sin problemas físicos, aunque se temió que le quedaran lesiones cerebrales. Dolores va a ser también la única testigo de la víctima en el juicio contra Juan Francisco Párraga por esa denuncia, que se va a celebrar el próximo 11 de febrero.

"Estaba irreconocible"

El pasado miércoles María José volvió a acudir al bar de Dolores. "Su cara era un amasijo de carne, estaba irreconocible", explica ésta. "Le di dinero para que llamara a la Guardia civil, pero ella llamó a un amigo y al final se presentó aquí el marido". En el bar, Párraga le dijo a gritos a Dolores que le había "aplastado la cabeza contra la pared" a su mujer y ella lo echó del bar.Luego, Párraga arrastró a María José a su casa, donde cogieron a la niña, y la obligó a meterse en el coche, un Fiat Tipo con matrícula de Badajoz. A esa hora, la Guardia Civil de Fuentelencina ya había sido alertada de la agresión por los vecinos, pero no llegaron a tiempo a la casa. Se dio el aviso a agentes de Madrid y Cuenca por si podían localizar el coche.

Pero el coche consiguió llegar sin problemas a Madrid, donde Párraga dejó a María José ante el Clínico, según dijo a sus amigos. Allí la ingresaron directamente, al comprobar su estado, que ha empeorado en las últimas horas.

No se sabe si María José ha presentado denuncia por esta segunda agresión, aunque el jueves por la noche prestó declaración ante la Guardia Civil. Las asociaciones de mujeres que han prestado ayuda a María José han preferido que se mantenga en secreto si ha habido denuncia o no "porque no hay que olvidar que esta mujer sigue amenazada y el marido puede ir a buscarla".

Tras la denuncia anterior, María José acabó regresando con su marido. Dolores es la única que tiene alguna pista de sus razones: "Yo le pregunté después de la paliza por qué ha vuelto con él y me dijo que para tener una familia".

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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