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"Gracias, 'filliño', gracias"

Emotivo recibimiento en Vigo a los 14 naufragos del 'Delfín del Mediterráneo'

La mañana se regó de llantos ayer en el aeropuerto de Peinador de Vigo, al que llegaron los 13 supervivientes -10 de ellos gallegos- y el féretro con la única víctima, Ángel Gómez Higuera, del naufragio del Delfín del Mediterráneo, que se hundió el lunes a unas 200 millas al suroeste del cabo San Vicente. Por él también derramaron lágrimas solidarias las familias de sus compañeros "porque le pudo tocar a cualquiera"."Gracias, filliño, gracias", fueron las únicas palabras inteligibles de la mujer que, sollozando, se colgó al cuello del comandante del Argus, el buque de la Royal Navy que rescató a los náufragos. El marino no perdió su flema británica por el abrazo emocionado de la mujer ni por la ovación espontánea que le brindaron el resto de los familiares de los marineros rescatados. Reconoció, eso sí, que había sido el rescate más difícil de su vida, por la oscuridad de la noche y por el estado embravecido de la mar.

"Sobre las 12 del mediodía ya empezamos a ver mal el asunto", explicaba con prisas Alejandro Isase, natural de Pasaia, de 24 años y con tres de mar. Era segundo oficial de máquinas en el Delfin. La alarma, contaba, la suscitó el descubrimiento de una vía de agua en la sala de máquinas que no había forma de achicar. "A las cuatro de la tarde nos avisaron para abandonar, y una hora después ya estábamos todos en el agua, enfundados en los trajes isotérmicos y en dos balsas, ocho en una y seis en otra, entre olas de 12 a 18 metros".

Desde las balsas, los náufragos presenciaron cómo, a escasa distancia, el Delfin del Mediterráneo se iba a pique. Poco después volcaba una de las balsas y la otra empezó a deshincharse, "por lo que decidimos arrojarnos al agua, todos agarrados", sigue Isase. "Sólo pudimos permanecer así un ratito, porque un golpe nos deshizo y nos dispersó".

Antonio Sánchez Ríos, que aguantó casi un día los embates del temporal, a la deriva en su traje isotérmico, llegó por ese motivo convertido en héroe. "Es usted un superman", le comentó una guapa periodista. "Más lo sería contigo", replicó automáticamente el marino, aplazando el relato de su peripecia para ocasión más tranquila. "Fue terrible. Pero en esos momentos no piensas en nada, sólo en sobrevivir", comentaban otros.

José Fajardo, engrasador del Delfin, afirmó que los marineros pudieron mantener la calma, sobre todo cuando advirtieron que los equipos de rescate venían en su búsqueda. "Eso nos tranquilizó, porque sabíamos que no nos iban a abandonar". A pesar de eso, Fajardo reconoció que "hay momentos en los que no puedes dejar de pensar que te vas a morir".

El capitán del Delfín, Severino Carbajal, explicó a su llegada que les había sido muy útil haber recibido con anterioridad formación de seguridad. Y coincidió con otros tripulantes del barco en señalar que los trajes térmicos "nos salvaron la vida", al permitir que pudieran soportar las bajas temperaturas del mar durante la noche. Minutos después de que los supervivientes del Delfin llegaran a tierra firme, de uno de los helicópteros de la Royal Army que trasladaron a los naúfragos fue bajado el féretro con el cadáver de Ángel Gómez Higuera, el jefe de máquinas del carguero siniestrado, que fue trasladado ayer mismo a Irún, su lugar de nacimiento. Antes le fue practicada una autopsia en las mismas instalaciones del aeropuerto.

Antes de la llegada al aeropuerto de Peinador, se celebró en el buque Argus de la Royal Navy un homenaje de agradecimiento a los soldados británicos, al que asistieron el cónsul británico de Vigo y el subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Alejandro Millán Mon.

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