Sobre ocupación teatral
El sábado 23 de enero acudimos a la sala Mirador a la representación de la obra Lorca. De poco sirvió ser precavidos y adquirir con una semana de antelación las entradas a través del servicio de tele-entradas, ya que se habían televendido 50 localidades más del aforo de la sala.Dentro de la sala, los espectadores se agolpaban impacientes. Poco importaba sentarse retorcido en las escaleras o de pie en difícil equilibrio.
Total, la entrada sólo costaba 2.000 pesetas...
Pero, como uno no es contorsionista, solicitó a los responsables de la sala que le proporcionaran la butaca a la que creía le daba derecho su entrada. O no existía, o estaba ocupada. Y como, al parecer, no era cuestión de buscarla, se ofrecieron amablemente a devolver el dinero, entre disculpa y disculpa. Según su versión, no debíamos extrañarnos, ocurría a menudo, y los espectadores de más eran estudiantes del grupo de. teatro de la sala, que, en su afán por ver la obra, ocuparon algunos asientos (al menos, los nuestros) destinados a los poseedores de una entrada.-