No nos resignamos a seguir con este alcalde
Dedicaba hace tiempo Antonio Muñoz Molina su artículo en El País Semanal a comparar Madrid con Barcelona y Bilbao, contraponiendo el porvenirismo de éstas al pasadismo de la primera. No hay en Madrid, decía, "nada hermoso que no pertenezca al pasado y que no se encuentre en peligro de ruina bajo la triple amenaza del tráfico, de la rapiña especulativa y del casticismo mortuorio consagrado a la excavación de túneles como criptas y, a la construcción de catafalcos".Y terminaba diciendo: "En Barcelona, en Bilbao, uno descubre lo hermosa que puede ser una ciudad europea de ahora mismo, gozosa para la caminata y la mirada, hecha a la vez de pasado y porvenir. La atracción melancólica de Madrid está en la evidencia de lo que podía haber sido, en el recuerdo de una ciudad soñada que ya nunca llegará a existir".Nada podría sintetizar mejor la actitud de los progresistas ante el deterioro de Madrid que estas líneas de Antonio Muñoz Molina. En primer lugar, un diagnóstico claro y certero sobre los males que aquejan a nuestra ciudad, y que habría que completar con el de la insolidaridad estimulada desde el gobierno municipal. Y ruego, un ánimo decaído que da por hecho que el estado de cosas actual es prácticamente imposible de cambiar. Conclusión doblemente sorprendente, ya que la actitud derrotista va íntimamente ligada a la valoración negativa que con carácter unánime se hace de la gestión de José María Álvarez del Manzano. De hecho, no hay más que seguir día a día estas mismas páginas para comprobar cómo las críticas negativas a la gestión municipal llegan por la triple vía de las noticias sobre la labor de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid, por los artículos de opinión o por los mensajes del contestador automático.
¿A qué se debe ese derrotismo? ¿Quizá a la mayoría absoluta que obtuvo el actual alcalde en las pasadas elecciones municipales? ¿O es, tal vez, debido a la creencia de que como los partidos de la izquierda han estado en retroceso electoral se hace imposible revertir la tendencia de aquí a las municipales de 1999?
Pues bien, nosotros opinamos justamente lo contrario: la izquierda y todos los progresistas madrileños tienen la oportunidad de empezar a invertir la oleada conservadora dentro de año y medio. Para entonces, mayo de 1999, la derecha cumplirá su décimo aniversario en el poder municipal de Madrid (previamente, la izquierda lo había ocupado durante otros diez años). Y llegará a esa cita electoral en medio del descontento de urbanistas, ecologistas, organizaciones no gubernamentales, asociaciones de mujeres, vecinos y jóvenes, sindicatos, etcétera. ¿Resulta, entonces, tan complicado articular una alternativa que de expresión política a todo ese desasosiego y a todo ese descontento y que, por tanto, tuviera enormes posibilidades de salir a ganar?
No, si los partidos políticos y las organizaciones sociales se ponen desde ahora manos a la obra. No, siempre y cuando no de hacerlo de una manera que recoja las aspiraciones de los habitantes de Madrid y de los ciudadanos que desde el resto de la comunidad autónoma se desplazan diariamente a la capital para trabajar o, en los fines de semana, para disfrutar de su oferta cultural o de ocio.
La respuesta tiene, por tanto, dos claves: primero, la participación ciudadana, y, segundo, la decisión de agrupar a todos los progresistas. Y ambas estrechamente ligadas. Es decir, participación ciudadana en el diseño del programa de gobierno municipal, pero también en la discusión pública de las candidaturas, para que los miembros de éstas sean vistos como portavoces de reivindicaciones presentes o futuras y no como el simple fruto de un reparto de zonas de influencia entre las distintas familias de los aparatos partidarios. En resumidas cuentas, que el pueblo de izquierdas y progresista se sienta involucrado en el diseño de la alternativa en su doble vertiente: candidatos y programa.
Sí, pero ¿con qué mimbres se tejen estos cestos?, preguntarán algunos. Está claro que con los existentes y ya citados más arriba: asociaciones vecinales, culturales, de mujeres y de jóvenes, sindicatos, organizaciones no gubernamentales y ,por supuesto, partidos políticos de la izquierda, etcétera. Pero, además, con algo muy importante y hoy por hoy inexistente: la creación de un espacio cívico-político de entendimiento desde el que impulsar de forma conjunta este proyecto.
Adelantamos una propuesta: la creación de una plataforma de organizaciones de izquierda y progresistas.
De hecho, el embrión de esa plataforma ya existe y ha nacido por vía de la redacción del documento Madrid 99: razones para cambiar de alcalde (en Internet, http://www. redestb.es/personal/madrid99, que incluye la posibilidad de debatir sobre el candidato a la alcaldía).
Y, por lo que respecta a la implantación social, no hay más que repetir la experiencia por barrios y por sectores: las 99 razones de Villaverde o de Chamberí, de Centro o de Vallecas; las 99 razones del mundo de la cultura; las 99 razones de las mujeres, y así sucesivamente, hasta generar un potente movimiento de participación ciudadana que deberá buscar sus fórmulas más adecuadas de coordinación. Fácil desde el punto de vista conceptual y, a la vez, un Himalaya para las aparentemente desmoralizadas huestes de la izquierda.
Por ahora, sólo queda concluir. Ahí está la propuesta, que no pretende ser más que un comienzo de discusión pública entre los progresistas sobre la necesidad de articular una alternativa para Madrid 99.
Cualquier variante sobre lo dicho será válida con tal de que, y perdónesenos la petición de principio, sea la ganadora en las próximas elecciones municipales. Pero no lo olvidemos, esto será difícilmente posible si no se aspira a implicar a los habitantes de Madrid en el diseño del futuro y del gobierno de su ciudad.
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