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El Bernabéu

El presidente del Real Madrid estaba exultante. Mordisqueaba el puro con especial deleite sin disimular su satisfacción. Compareció por la tarde ante la asamblea de socios para anunciarles su decisión de demoler el estadio Santiago Bernabéu y construir uno nuevo para 130.000 personas en unos terrenos de Fuencarral. La operación urbanístico financiera, según explicó, consiste en entregar los terrenos que ocupa el estadio a una inmobiliaria para que levante en ellos una torre que sólo ocupe el 12% de la superficie y destinar el resto de la finca a zona verde. Esa torre tendría 70 plantas, lo que la convertiría en el edificio más alto de Europa. Eran las 20.30 del 8 de septiembre de 1973 y los socios le aplaudían a rabiar, don Santiago Bernabéu creía haber triunfado.Han pasado 25 años desde aquel episodio que los acontecimientos actuales parecen situar en el túnel del tiempo yel presidente del Real Madrid, Lorenzo Sanz, vuelve a plantear una operación similar a la que convulsionó entonces a la opinión pública. Lo que don Santiago veía entonces con tanta claridad terminó por convertirse en unapesadilla que le echó a toda la prensa encima y erosionó enormemente su imagen personal.

El actual presidente del Real Madrid no pretende construir una torre de 70 plantas en la Castellana para financiar el nuevo estadio, pero su plan requiere, como el de Bernabéu, la recalificación de espacios deportivos que permita meter cemento y ladrillos para costear la mudanza. Hay además otra coincidencia notable en cuanto al lugar elegido para el cambio. Ahora, como entonces, se habla de trasladar el campo a unos terrenos de Fuencarral hacia los que se proyecta la ampliación de la Castellana.

Esa zona del distrito tiene un historial de especulación digno de ser tratado en una tesis doctoral. Baste decir que los terrenos donde ahora se ubica la colonia Mirasierra, una de las más lujosas de Madrid, fueron expropiados a los agricultores a dos pesetas el metro y entregados a José Banús para que edificara viviendas sociales.

Cosas así no pueden repetirse, como no puede haber más golfadas del estilo de la Esquina del Bernabéu, en la que está el origen de la mala relación actual de la directiva blanca con el gobierno municipal. El Real Madrid, sin embargo, es una entidad importante para la región, está en' el corazón de mucha gente y supone un elemento dinamizador incuestionable que pasea el nombre de nuestra ciudad por todo el mundo, factores que le hacen acreedor de un trato especial.

El club tiene en la actualidad un problema muy serio con la normativa de seguridad que le obliga a convertir todo el aforo del estadio en localidades de asiento, porque esa norma dejaría fuera del Bernabéu a 30.000 socios. El Ayuntamiento y la Comunidad han de facilitarle, en consecuencia, alguna salida razonable que le permita resolver tal exigencia. Una salida que beneficie a la ciudad en la misma medida que beneficie al club.

En este momento el Madrid maneja la posibilidad de ceder los terrenos del Bernabéu para que la Comunidad edifique allí el pabellón cubierto que sustituya al Palacio de los Deportes, a cambio de un aumento de la edificabilidad en la Ciudad Deportiva con la que financiar el nuevo estadio de Fuencarral. Tal posibilidad supondría, según sus cálculos, levantar en aquellos terrenos de. la Castellana el equivalente a tres torres como las gemelas de la plaza de Castilla. Ese volumen de edificación generaría un incremento aproximado del 12% en el tráfico de la Castellana, que exigiría importantes medidas correctoras para compensar los perjuicios a los residentes en la zona.

Con las torres de KIO la solución de compromiso fue el doble túnel bajo la plaza de Castilla, que le costó más de 6.000 millones de pesetas a Urbanor. Si lo estudian bien, alguna salida habrá que pueda contentar a todos. La relación autista del Ayuntamiento con los directivos blancos debe cesar y sentarse a negociar junto con el Gobierno regional un plan que convenga a Madrid y al Madrid. Una operación limpia, sin trampa ni cartón y que despeje todo vestigio de especulación. Si no, fracasará como Bernabéu hace 25 años.

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