El doble

Abrí la puerta central del armario de tres cuerpos que heredé de mis padres, corrí las chaquetas hacia un lado y apareció en el fondo mi clon con los ojos abiertos, aunque yo se los cierro siempre después de usarlo. Precisamente, lo había encargado sin sistema nervioso para evitar estas situaciones violentas. No es que me pida nada ni me reproche esto o lo otro, pero no puedo soportar la neutralidad con la que me observa desde las profundidades del armario. Parece un doble imaginario más que uno real. Yo tenía, como todo el mundo, una réplica fantástica de mí alojada dentro del pecho, junto a la bola de angustia, y lo que peor llevaba de esta copia era la indiferencia o la objetividad, no sé como llamarlo, con la que observaba mis penas y mis alegrías, mis aspiraciones y fracasos. Su forma de mirar era como ese jarro de agua fría con el que los aguafiestas celebran los éxitos ajenos.Sin embargo, poseía una influencia diabólica sobre mí. Hubo un momento en que todo lo hacía para él, aunque no se saciaba con nada, quizá porque había tenido una infancia muy triste, o tal vez porque estaba falto de una hormona. "Mira, este mes voy a ganar mucho dinero", le decía yo, "quizá podamos ir a Tailandia o a Ciudad Real". Detesto viajar, lo hacía para alegrarle un poco, pero no conseguí arrancarle un gesto de reconocimiento. También desaprobaba mis libros, como si los escribiera por gusto, cuando sabía lo que me costaba levantar una frase. Si no hubiera sido por él, a buenas horas me habría dedicado a la literatura.
Así que cuando anunciaron lo de los clónicos vi que era mi oportunidad de cambiar de doble y encargué uno sin nervios. Pero me ha dado un resultado horrible. De hecho, he vuelto a escribir y, lo que es peor, a fumar. Sólo falta que empiece otra vez a masturbarme.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
Las estafas rumbo al Mundial crecen ante la alta demanda y la falta de regulación
El Madrid choca contra un rocoso Mónaco en la Euroliga
El clima extremo azota Estados Unidos de costa a costa en estas navidades
Salvador Illa usa su mensaje navideño para alertar sobre el auge ultra: “Sin humanidad no se puede construir un país”
Lo más visto
- De celebrar el Gordo a temer no cobrarlo: la comisión de fiestas de Villamanín se dejó en casa un talonario vendido antes del sorteo
- Maisa Hens, cantante: “Gracias al anuncio de El Almendro no tuve que volver a hacer un ‘casting”
- Los socialistas valencianos reclaman a Feijóo que entregue a la jueza de la dana la conversación íntegra con Mazón
- La obsesión de Trump por poner su nombre a todo carece de precedentes en Estados Unidos
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación




























































