La otra versión de un taxista

Soy un taxista que está bastante disconforme con el planteamiento de la carta de doña María Regueiro Viloria, publicada el día 10 de enero. No estoy seguro de que esta carta se publique, pues generalmente EL PAÍS sólo publica las cartas en contra de los taxistas.En primer lugar he de reconocer que, según la versión de esta señora, el comportamiento del taxista fue lamentable.

Pero también es cierto que en muchas ocasiones a otros clientes les ocurre lo mismo, es decir, que no llevan suficiente dinero para pagar la carrera. Y nosotros, los taxistas, también estamos hartos de soportar a menudo estos casos.

Creo que al menos el cliente debería preocuparse un poco y comunicar al taxista previamente el dinero del que dispone para la carrera, después decidirá el taxista si llevar o no al cliente a su destino, teniendo en cuenta las circunstancias.

Es bastante fastidioso que a mitad del trayecto te diga el cliente, al ver lo que marca el taxímetro, que no tiene suficiente para pagar.

Por otro lado, nosotros tampoco tenemos la culpa de que haya atascos.

El pasado año yo me quedé sin cobrar cinco carreras que supusieron aproximadamente un total de 4.000 pesetas porque los clientes no quisieron pagar al no llevar dinero; destacando también otras ocasiones en las que he sido amenazado de muerte. Sin embargo, yo no he escrito a EL PAÍS cada vez que me ha ocurrido algo así.

Algunas personas deberían darse cuenta de que los taxistas también tenemos que aguantar a menudo situaciones muy indeseables y actitudes bastante reprochables por parte de algunos clientes.-