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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Futuro con diálogo

EL MINISTRO del Interior, del Interior, Jaime Mayor Oreja, y el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, coinciden en que la reunión del sábado en la Moncloa no ha servido para reducir las diferencias que existen entre el PNV y el Gobierno vasco en materia de lucha antiterrorista. Las posiciones son conocidas y se expusieron ampliamente en las cuatro horas de encuentro entre el presidente José María Aznar, acompañado por el ministro del Interior, el lehendakari José Antonio Ardanza y el propio Arzalluz. Para los nacionalistas, el Gobiemo central debe desarrollar una política activa de gestos políticos que, aprovechando cualquier movimiento interno en ETA y su entorno, obligue a la organización terrorista a negociar; Interior entiende que el primer paso corresponde a la organización terrorista, que debe dejar de matar como condición inexcusable para iniciar vías efectivas de diálogo, y la tarea de las fuerzas democráticas es apoyar la presión social, política y policial para que la banda deje las armas. El secretario de Estado de Interior, Martín Fluxá, reiteró ayer la disposición del Gobierno a negociar si ETA ofrece antes una tregua indefinida. El 90% de la reunión, dedicado a evaluar la situación actual de la estrategia antiterrorista, se saldó con un ambiguo y poco comprometedor mensaje de Aznar y Mayor de que "darían una vuelta" a las reflexiones de Ardanza y Arzalluz.Pero no sería justo agotar el encuentro en una interpretación pragmática; no era razonable exigir resultados inmediatos. Es alentador que tanto el Gobierno central como el vasco hayan sentido la necesidad, más bien la urgencia, de acabar con el desencuentro entre ambas partes sobre estrategia antiterrorista. Está en contra de toda lógica política que existiendo un acuerdo entre el PP y el PNV para garantizar la gobernabilidad del Estado -el apoyo vasco está condicionado, según matizó Arzalluz, al cumplimiento del desarrollo del Estatuto de Gernika-, quede fuera de él precisamente el área más sensible y vital de la gestión política actual, que es la estrategia contra el terror. Esta ausencia se explica por la premura con que fue requerido el apoyo del PNV para la investidura de José María Aznar; pero, pasado el tiempo, tiene dificil justificación y es lógico que la opinión pública no entienda el contrasentido.

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La reunión del sábado puede ser interpretada como el primer paso para corregir tal incongruencia. Existe un modelo, una referencia política como objetivo sobre el que basar este diálogo: el funcionamiento de la política antiterrorista diez años atrás, cuando las fuerzas democráticas dibujaron un marco general de respuesta política a ETA en el Palacio de Ajuria Enea, pero cada institución mantenía capacidad de decisión en el área de sus competencias respectivas. Conciliar el respeto a esta autonomía en la gestión con el consenso en el marco político general es la clave para instrumentar una política antiterrorista eficaz; evitaría, por ejemplo, el enfrentamiento estéril sobre la política penitenciaria. Hay que admitir, además, que no se trata de buscar un acuerdo perfecto, porque no sería realista. Por más proximidad que exista entre el Gobierno central y el autonómico, siempre habrá que contar con discrepancias de matiz; se trata de que no se conviertan en diferencias irreconciliables.

El diálogo entre Gobierno y PNV será difícil a pesar de las buenas intenciones expresadas por ambas partes en ese deseo de prolongar e intensificar durante 1998 "el diálogo entre el Gobierno y el PNV" sobre la lucha contra ETA. Una de estas dificultades será sin duda el hecho de que este año se celebrarán las elecciones autonómicas en el País Vasco, y no hay que olvidar que el PNV tiene que mantener la política antiterrorista como un "matiz diferencial." frente a la política de Interior. Pero, a pesar de éstos u otros obstáculos que puedan surgir, la falta de sintonía entre el Gobierno y el nacionalismo democrático vasco debe desaparecer. La receta no es original, pero es la única disponible: diálogo. Y, cuando falle, más diálogo.

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