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Reportaje:

Un regalo envenenado

Un grabado para la Expo 98 de Lisboa desata una polémica sobre Felipe II y el antiespañolismo

, Los anacrónicos vientos antiespañoles resurgen en Portugal con inusitada frecuencia, y cualquier ocasión es buena para que los patriotas lancen sus proclamas contra la "invasión" castellana. En esta ocasión, un desliz del comisariado español para la Expo 98 de Lisboa ha provocado en Portugal una encendida polémica sobre los reinados de los Felipes en España y Portugal (1580-1640) y el arraigado antiespañolismo en los sectores nacionalistas más radicales y reaccionarios del país vecino.

Todo comenzó a finales del pasado mes de noviembre, aunque la tormenta se ha desatado ahora. Durante la presentación del programa cultural de España para la Expo 98 de Lisboa, el comisario Luis Miguel Enciso distribuyó copias de un grabado y que representa el desembarco en Lisboa de Felipe III de España y II de Portugal. El controvertido grabado, del portugués Joâo Baptista Lavanha, fue descubierto recientemente por los medios de comunicación lusos, que han recogido en sus páginas una larga y apasionada polémica sobre las históricas relaciones entre España y Portugal que ha vuelto a destapar los viejos recelos y suspicacias portuguesas. Los nacionalistas lusos más radicales, algunos de ellos autocalificados de "patriotas", consideran que el "anticastellanismo" es un factor integrante de la independencia portuguesa, mientras prestigiosos historiadores y analistas políticos sostienen que Felipe II de España y I I de Portugal fue un buen monarca para los dos reinos, que mantuvo la autonomía y los privilegios de este último.

El comisario español Luis Miguel Enciso, "amigo y admirador de Portugal", afirma sentirse sorprendido por la reacción ante el citado grabado, que, reconoce, escogió personalmente por considerarlo de "gran valor estético y sin ninguna motivación política". A su juicio, la Panorámica de la ciudad de Lisboa (conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid) ha desatado unas reacciones que "son fruto, sin cruda, de un cierto nacionalismo antiespañol que, desde mi punto de vista, no tiene la más mínima razón de ser".

No comparten su opinión algunos sectores del nacionalismo luso más radical. El jurista Sebastiâo Lima Rego, calificando su respuesta de "patriotismo", reivindica en las páginas del diario Público el "anticastellanismo saludable" como factor de integración del independentismo portugués. En ese mismo periódico, el sociólogo y ex ministro socialista de Mario Soares, António Barreto respondía que "el primer reinado filipino" fue sin duda "una buena solución para el bienestar de los portugueses", si bien reconoce que Felipe III perdió "justamente la corona lusa, que acumulaba con la española, porque, al contrario que su abuelo, intentó disminuir la autonomía del reino de Portugal, someter a los portugueses, limitarles las libertades, reducirles los privilegios y agravarles los impuestos".

El historiador António Hespanha afirma en las páginas del semanario O Independiente que Felipe I de Portugal, hijo de madre portuguesa, fue "un gran rey portugués y un gran estadista de Europa".

Sobre las protestas por la "invasión" cultural española durante la Expo 98 de Lisboa, el historiador José Mattoso sostiene en la revista Visao que esas reacciones "sólo proceden de complejos de inferioridad". El historiador Joaquim Veríssimo Serrao, premio Príncipe de Asturias 1995 y doctor honoris causa por la Universidad Complutense, afirma que la Expo 98 "no puede ser motivo de divisiones o resentimientos".

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