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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El tinglado de la Iglesia

Cuando apareció en EL PAÍS (17 de diciembre de 1997) el artículo de E. Miret Magdalena El tinglado de la Iglesia, pensé dedicar mi pequeño reconocimiento a esa voz crítica e insobornable de este teólogo seglar (que EL PAÍS admite, aunque casi siempre, ésa es la verdad, a vuelta de página). Acabo de leer la carta de un lector que pretende descalificar dicho artículo con argumentos infantiles.Este lector bienintencionado no ha entendido a nuestro teólogo, si pretende compensar y aun justificar el número de preceptos y prohibiciones que la Iglesia impone a sus fieles con el número de obras de caridad que realiza. La labor social de la Iglesia forma parte de su tarea, mientras que ese exceso de puntillosas prohibicioes está desvirtuando el mensaje central de Jesús, que es precisamente de liberación de aquellas minuciosas prohibiciones que los fariseos echaban sobre los hombros de los sufridos fieles de entonces. No era así la Iglesia primitiva, que vivía la ley de la solidaridad como exigencia nuclear. Pero, en cuanto la Iglesia se convierte en estructura de poder, siente la necesidad de radicalizar su línea jerárquica y de acumular preceptos y

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normas para controlar a sus clientes, que pasan a ser súbditos, algo que nada tienen que ver con las enseñanzas de Jesús. Y en eso estamos.

Por eso, resulta especialmente valiosa y de agradecer la voz de Miret Magdalena, ahora que muchos creyentes han alcanzado la mayoría de edad, que el concilio les reconoce, y siguen siendo cristianos sin tomarse demasiado en serio todas las normas con que nos abruma cada día esa Iglesia de los eclesiásticos con sede en el Estado vaticano. Un teólogo seglar (ésa es su ventaja) no necesita ser incondicional y adicto por profesión (algunos eclesiásticos han perdido su cátedra y hasta la facultad de hablar en público por haber criticado a la institución). Su libertad y su amplia formación hacen creíble esta voz crítica, aunque pone nerviosos a algunos creyentes que no parecen tener claro que su fe no se funda en el mejor o peor funcionamiento de la institución. Los que seguimos creyendo a pesar del lado oscuro de la Iglesia, sólo pedimos que al menos no se nos prohíba ver las muchas miserias y desaciertos que a lo largo de su historia ha protagonizado. Sería demasiado.-

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